"La bolsa tiene que competir por los fondos de los inversionistas con otras alternativas, como los bonos y los depósitos bancarios".
"La bolsa tiene que competir por los fondos de los inversionistas con otras alternativas, como los bonos y los depósitos bancarios".
Iván Alonso

Nadie dijo que iba a ser fácil recuperar el movimiento que la tenía hace unos años. No le falta razón a su presidenta, , quien en recientes declaraciones a la prensa atribuyó la falta de liquidez al hecho de que el 60% de las acciones están en manos de las , que no tienen necesidad de andar comprando y vendiendo. (Cabe también preguntarse dónde estarían las cotizaciones si las AFP no hubieran comprado tal cantidad de acciones.) La solución no está en forzar a las AFP a convertirse en negociantes activas, directa o indirectamente, a través de algún fondo de inversión, por ejemplo, como ha sugerido la señora Cooper. Eso terminaría en una pantomima de transacciones inútiles, que se hacen y se deshacen al día siguiente con la única finalidad de cumplir con la norma.

Comencemos por reconocer que la bolsa de valores no es un fin en sí misma. No son los inversionistas los que deben servir a la bolsa, sino la bolsa a los inversionistas. Lo mismo se puede decir con respecto a las compañías listadas.

La bolsa les sirve a los inversionistas porque les da una plataforma para comprar y vender acciones; para pasar de unas acciones a otras que, de pronto, encuentran más atractivas, según la nueva información que va apareciendo día tras día y las nuevas conjeturas que se van formando sobre el futuro de las mismas; o para entrar y salir del mercado, según las necesidades de liquidez que tengan en el momento. El resultado de ese proceso de negociación es que las acciones terminan en manos de los inversionistas que más las valoran, que no es sino otra manera de decir que las empresas consiguen el capital accionario que necesitan al menor costo posible. Es para esto principalmente para lo que sirve la bolsa.

Como toda plataforma, la bolsa requiere una masa crítica para despegar. Si hay pocos inversionistas adentro, pocos de los que están afuera se animarán a ingresar. ¿A quién le venderían si quisieran salir? Claramente, la bolsa limeña no tiene una masa crítica.

Llama la atención que no la tenga por la inmensa cantidad de riqueza acumulada en este país en los últimos 20 o 30 años. Casi nada de esa riqueza ha entrado a la bolsa. Salvo a través de los aportes a las AFP, muy poca gente ha puesto sus ahorros ahí. Se han creado cientos de miles de empresas, pero las que han listado sus acciones se cuentan con los dedos de una mano.

La bolsa tiene que competir por los fondos de los inversionistas con otras alternativas, como los bonos y los depósitos bancarios. Quizás sus autoridades puedan hacer algo más de lo que han estado (o no estado) haciendo para persuadir a la gente de las ventajas de invertir en acciones. Bajar las comisiones no es suficiente; ya se ha intentado más de una vez, y no ha funcionado.

Entretanto, vale la pena mirar la diferencia que hay en el Impuesto a la Renta de las personas naturales y jurídicas. Las empresas pagan el 30% de sus utilidades; las personas naturales pagan tasas más bajas hasta que sus ingresos alcanzan una cierta cantidad. Quiere decir que antes de que el accionista reciba un dividendo, la empresa ya tributó por él, y lo hizo a una tasa mayor de la que a él le tocaría pagar si recibiera esos mismos ingresos, pero de otra fuente. Esto, a nuestro modo de ver, aleja de la bolsa a todo el que gane menos de 200.000 soles al año.