Los lobitos buenos, por Rossana Echeandía
Los lobitos buenos, por Rossana Echeandía
Rossana Echeandía

Si el catalán viviera hoy en el Perú, estoy segura de que hubiera tenido suficiente inspiración para volver a escribir su tierno pero agudo poema “El lobito bueno”.

¿Lo recuerdan? “Érase una vez un lobito bueno / al que maltrataban / todos los corderos. / Y había también / un príncipe malo, / una bruja hermosa / y un pirata honrado. / Todas esas cosas / había una vez, /cuando yo soñaba / un mundo al revés”.

Mi pequeña sobrina Paula nos cantó esos versos hace unos días, en la versión de otro español, Paco Ibáñez, quien la convirtió en un clásico que trasciende el mundo infantil. Ayer recordaba a Paula cantando la canción, pero las imágenes que desfilaban por mi mente tenían nombre de gente grande y parecía que ese mundo al revés había dejado de ser un sueño de niños para convertirse en una pesadilla de adultos.

Hace poco más de una semana tuvimos durante más de una hora, en las pantallas de Latina, al terrorista cual lobito bueno. Seguramente más de uno se habrá creído el cuento y, tal como el emerretista sugirió, podríamos tenerlo postulando en una de las listas de candidatos al Congreso en las próximas elecciones. ¡Ay de los corderos intolerantes que se atrevan a cuestionarlo! El secuestrador y asesino (aunque no corrupto, cómo él mismo aclaró) es un lobito bueno.

Unos días después, sorprendió con sus declaraciones a favor del informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) que antes tanto había criticado. Repentinamente, aunque ella dice que no es así, decidió cambiar de opinión. No creo que pretenda ser la bruja hermosa, pero quien lleva un maquillaje aplicado con tanto apuro que a la menor transpiración se le resbala del rostro solo engaña a los ciegos que no quieren ver. Aunque es verdad que esos ciegos que no quieren ver pueden ser un buen montón de votos.

El sábado, aseguró con voz firme y segura que el Perú “está muchísimo mejor de lo que ha estado nunca”. Él es un premio Nobel, no es un príncipe, pero sí queda feo que diga eso cuando todos en el Perú sabemos que no es verdad y no lo es porque su ‘garantizado’, Ollanta Humala, ha hecho las cosas muy mal.

Y como cereza que corona el pastel, el domingo en entrevista con este Diario, Alejandro Toledo no se arrugó ni un poquito cuando afirmó, con todas sus letras, que él es “pro vida” y “jesuita”. Yo soy pro vida y católica, así que me alegraría mucho la ‘conversión’ del ex presidente. ¿Pero estará realmente comprometido con lo que está diciendo? El único personaje del poema de Goytisolo que me queda es el pirata honrado. Le calza, ¿verdad?

En todo caso, lo dicho dicho está y, aunque al terrorista Peter Cárdenas no le daría el beneficio de la duda y que con Nobel y todo Vargas Llosa se equivoca de plano, tal vez Keiko y Toledo merezcan que los escuchemos y que, aunque parezca cuento, consideremos la posibilidad de que no se trata solamente de afirmaciones preelectorales cuyo único objetivo es ganar votos.

Aunque es difícil creer en lobitos buenos, en brujas hermosas o en piratas honrados, hemos tomado nota, señores. Está dicho y publicado.