Hace unos meses, la encuesta del poder de “Semana Económica” encontraba algo que en sus 49 años previos nunca había sucedido: el Congreso era visto como el más poderoso y el Ejecutivo se quedaba en un desairado tercer lugar, después de “las economías ilegales”. Lo ocurrido en la última semana confirma el aserto.
Para empezar, está la demostración de poder que han hecho los mineros ilegales bloqueando la carretera más importante del país por más de nueve días, sin que el Gobierno diga ni chus ni mus. Y no es casual que lo hayan hecho en Nasca y Chala, donde muchas de las procesadoras de oro lavan lo producido ilícitamente y lo exportan como legal.
Su otro “argumento” para imponerse es incluso más potente. Sus dueños generarán este año más de US$5.000 millones, lo que les da una manito para convencer a varios de los renuentes.
Las movidas en el Congreso hablan por sí solas.
¿Por qué no censuraron a Julio Demartini, uno de los ministros preferidos de Dina Boluarte? No lo hacen por ella, sino porque les importa poco lo de la comida podrida para los niños de Qali Warma. En cambio, en los días finales de la negociación del presupuesto para el 2025, es muy útil, vía una interpelación, tenerlo como rehén para que el Ejecutivo siga aflojando la mano en un presupuesto ya groseramente inflado, que se suma al preocupante déficit fiscal.
¿Por qué sí a Rómulo Mucho?
Se usó como excusa los pésimos nombramientos en Petro-Perú, que él avaló sin estar de acuerdo. Se dijo, también, que presentó una ley de formalización alternativa muy mala y tardía. Esto último es muy cierto. Tuvieron meses para hacerlo y lo hicieron a la hora nona, dándole una coartada a la mayoría de este Congreso para que, como ya ha hecho dos veces en el pasado, prolongue más temprano que tarde el Reinfo, que no es otra cosa que una carta blanca para la minería ilegal.
La responsabilidad es principalmente del Congreso, pero la pasividad cómplice del Ejecutivo no puede dejar de mencionarse.
Cierro con otra encuesta de líderes de opinión, esta vez de los empresarios participantes en CADE Ejecutivos, que da cuenta de que el Congreso tiene entre ellos un 2% de aceptación y la presidenta, un 6%. Quizás por eso Boluarte no quiso asistir al evento.
Pero como los empresarios no son una isla aislada del sentir del resto de la población, ella tampoco declara a la prensa, casi no viaja por el país y cada vez se le hace más difícil asistir a inauguraciones en los distritos de la capital. Casi el único lugar en el que se siente cómoda es el Salón Dorado de Palacio, con la cobertura periodística de la estatal IRTP.
Coda: Si el criterio para escribir mi columna hubiese sido el de cuál creo que es la noticia política con más impacto en la semana, tendría que haberla escrito sobre los diez mágicos soles que, en manos de Dina Boluarte y su “creatividad”, le permitirían a una familia comer “una entrada, un segundo y hasta un postrecito”.
¿Puede haberse distanciado tanto de la vida cotidiana de la gente? Olvida que una de las preocupaciones más grandes del ama de casa que regresa del mercado ha sido siempre (y lo es ahora con mayor razón) aquello de que “los precios están por las nubes” y “ya no alcanza ni para la mitad de lo de antes”.
Que una presidenta asociada a la mayor frivolidad por sus Rolex y sus sucesivas cirugías plásticas sostenga algo así es casi una provocación. Señora: si fue una decisión espontánea, nunca más hable sin leer. Si alguno de sus varios asesores se lo propuso, ¡aléjelo!, la odia.