Martín Vizcarra
Martín Vizcarra
Federico Salazar

La Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política parece recomendar al presidente Vizcarra un suicidio político.

Después de dos meses de arduo trabajo, entre otras cosas, la comisión propone retornar al sistema bicameral. Hay una sola dificultad: la población votó de manera contundente contra esta reforma constitucional.

La comisión no está contenta con este resultado, que tiene carácter constituyente. Insiste en que se debe ir a un sistema de diputados y senadores, tal como lo planteó inicialmente el propio presidente Vizcarra.

¿En contra de la voluntad de la mayoría? Sí, en contra de la voluntad de la mayoría.

Legalmente, la voluntad negativa en el referéndum no puede cambiarse si no es luego de dos años. La comisión plantea que la reforma se aplique a partir del proceso electoral del año 2021.

La comisión quiere que esta bicameralidad rija para los mandatos del período 2021-2026. En otras palabras, plantea sacarle la vuelta al voto popular en el primer instante en que legalmente se pueda.

Esto es un error. Significaría el suicidio político de Martín Vizcarra. Lo haría quedar como irrespetuoso del mandato popular.

La comisión puede equivocarse; el presidente, no. No es un ladino a la espera de la primera oportunidad para sacar la vuelta al mandato popular.

Vizcarra planteó la reforma constitucional de la bicameralidad. La comisión cree que la gente cambió su opinión sobre este sistema cuando el Congreso modificó la propuesta de Vizcarra. Al quitarle su apoyo el presidente, la población habría quitado su apoyo a la reforma.

Es cierto que el referéndum se hizo en un “momento pro-Vizcarra”. El presidente, sin embargo, jugó sus cartas con sus propias reglas. Quitó apoyo a la versión del Congreso y la gente votó, con él, contra la bicameralidad.

La comisión propone que Vizcarra insista en su proyecto original. No cuenta con que a la gente no se la puede tener bailando sobre decisiones constitucionales. Olvida, además, que el “momento Vizcarra” ya pasó.

La comisión, incluso, mandó a hacer una encuesta nacional. Quiso preguntar sobre votar por la bicameralidad con la propuesta presidencial. Solo 34,1% fue a favor y 42,6% en contra.

A pesar de ello, la comisión cree que debe insistirse, apenas se pueda. Según su informe, “a pesar de los resultados del referéndum, existe un respaldo considerable entre ciudadanos, políticos y expertos sobre los beneficios de la bicameralidad para el Perú”.

Si se lee bien, esto quiere decir: “En contra de la voluntad del pueblo, hay que insistir, apenas se pueda”.

Una cosa es debatir y plantear las ventajas de la bicameralidad. Otra, muy distinta, que el presidente proponga una nueva reforma constitucional. Podrá ser legal, pero resulta antidemocrático y ofensivo contra las instituciones de representación política.

Cada uno puede tener su idea sobre el orden constitucional ideal. El presidente Vizcarra, sin embargo, no puede jugar con la gente.

El mandatario no puede plantear, un día, un referéndum y, al día siguiente, otro, sobre lo mismo. Menos, si queda a la espera del minuto final de su vigencia mínima legal.

No queremos ver a un presidente agazapado, esperando el momento preciso. Queremos ver un presidente respetando los mandatos.

Gobernar por ‘referenda’ es populista pero antidemocrático. Hacer y deshacer con las instituciones es la peor amenaza contra la gobernabilidad.

¿Estabilidad institucional? ¿Seguridad jurídica? ¡Empecemos por respetar!

La comisión ha puesto al jefe del Estado en una delicada situación. Tendrá que pronunciarse.

Vizcarra tendrá que decirnos taxativamente que no propondrá una reforma constitucional sobre la bicameralidad. Tendrá que decirnos si respeta o no la voluntad popular.

El presidente debe decirnos si el referéndum que él mismo planteó fue solo un entretenimiento de dos años. Debe decirnos cuánto respeta a la gente y a las instituciones.

El poder de cambiar la Constitución no es un juego de veletas. Una comisión de alto nivel no puede detentar ese poder. Ni siquiera un presidente popular puede tenerlo.

Ese poder lo tiene la gente, y nadie debe quitárselo.

Liderazgo no es manipular, sino representar con responsabilidad. Vizcarra, justamente, debe responder con seriedad.