El meollo del asunto, por Hugo Guerra
El meollo del asunto, por Hugo Guerra
Hugo Guerra

En vez de dedicarse a administrar sanamente el país en sus últimos meses de mandato, el presidente se ha vuelto monotemático con el escandaloso caso de su esposa, a quien todos los indicios presumen corrupta.

Dice el presidente: “Vivimos una ofensiva muy dura contra los que estamos construyendo un país [...]. Nadine está con siete procesos aproximadamente de investigación sin ser funcionaria”. Ofensiva –entendida como complot– no hay. En cambio, información y opiniones justificadamente críticas de la prensa sí, porque efectivamente están en curso esas investigaciones que van desde las agendas –en que estarían registradas cuentas y detalles de un sistema de enriquecimiento ilícito– hasta la usurpación de funciones de gobierno mediante un poder de facto paralelo, pasando por el presunto tráfico de influencias.

La justicia no puede sustraerse de ello porque no interesa si Heredia es funcionaria, sino porque si se demuestra que sus acciones involucran a Humala, hasta podría sustentarse una vacancia presidencial a la cual no debe tenerse miedo faltando pocos meses para las elecciones. La democracia se fortalece cuando se autopurga, como acaba de comprobarse en Guatemala.

Mientras los procesos continúan, el presidente debería concentrarse en los problemas más acuciantes. La inseguridad ciudadana ha llegado a límites insostenibles, por mucho que Ana Jara insista con el insultante argumento de la histeria colectiva. Las Fuerzas Armadas están agitadas porque los ascensos irregulares en el Ejército afectan también a la Marina y la Fuerza Aérea, pues si el comandante general militar es menor que los comandantes generales de la Naval y de la Aviación, eso afectará a todas las promociones de dichas instituciones, lo que provocaría un peligroso desorden integral.

El frente social hierve: el caso de , sumado a los de Conga y Tía María, implica que el próximo gobierno recibirá una economía casi en estado de emergencia, frente a lo cual la imagen exitosa que subrayan el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial no tiene sustento. A estas entidades les interesa la buena conducta macro, pero hay un Perú real que si no crece en por lo menos 3,5% anual pone en riesgo a esa frágil clase media que tuvo su afloramiento reciente en los créditos de consumo.

Humala debería, asimismo, atender su propio frente interno: la renuncia de Marisol Espinoza representa el puntillazo final a un seudopartido que llegó al poder como una suerte de club electoral, del cual hoy se alejan los últimos miembros espantados por la corrupción y la decadencia moral. Otro asunto al que el mandatario debería prestarle atención es a la red abogadil y política que ejercería presiones sobre el Tribunal Constitucional y la fiscalía para lograr la impunidad de aquellos que aparentemente han copado el entorno presidencial.

Y sin hacer una relación aún más detallada de las cosas que el comandante debiera atender, está la pésima reestructuración de una y otros servicios que siguen espiando internamente, incluso al presidente del Congreso. Así, pues, aunque quisiéramos que se ‘desnadinizase’ la agenda política nacional, mientras Ollanta no reaccione, la realidad exige insistir con el caso de su esposa porque ella es la razón que ocasiona la crisis gubernamental.