"Mi Perú,una creación electorera", por Pedro Ortiz Bisso
"Mi Perú,una creación electorera", por Pedro Ortiz Bisso
Redacción EC

Hace tres años, cuando Lourdes Flores y el Apra se peleaban por Carlos Burgos (pese a que ya empezaban a relucir algunas de sus joyitas), el gobierno aprista tuvo la brillante idea de proponer que San Juan de Lurigancho se convierta en una ‘provincia especial’. Sí, así lo llamaba, ‘provincia especial’ y es que en realidad lo era por varias razones: no iba a tener distritos (¡!) y, pequeñísimo detalle, tal categoría no figuraba en la Constitución

A la propuesta se le notaban las costuras: era un regalito con lacito y dedicatoria especial a los, por ese entonces, poco más de 800 mil personas que vivían en el distrito más grande del país. El terrible daño que iba a hacérsele a Lima, a su planificación y a la calidad de vida de los limeños, poco importaba frente al suculento bolsón de electores que podría atraerse con semejante reconocimiento a escasas semanas de las elecciones presidenciales.

Hoy, a pocos meses de los comicios municipales y regionales, la historia –detalles más, detalles menos– se repite, esta vez con la , que se convertirá en el séptimo de la provincia constitucional del , apenas el presidente Humala ponga su firma en el proyecto aprobado el martes en el Congreso.

¿Humala debe firmar? Pues si cree que con ella podrá ganarse alguito en la próxima encuesta de El Comercio-Ipsos, probablemente lo hará. ¿Pero habrá entre sus asesores una voz amiga que le haga recordar que lo que gusta a la gente no es necesariamente lo mejor para ella? ¿El ministro de Vivienda que, se supone, algo debe conocer sobre planificación, le explicará que la fragmentación de las ciudades acarrea desorden, duplica funciones, aumenta la burocracia y trastoca cualquier visión integral de desarrollo

Hace pocas semanas ocurrió un terrible accidente en la avenida Néstor Gambetta, a algunas  cuadras de Mi Perú, ocasionado por un camión frigorífico que, desbocado, arrasó con todo lo que encontró a su paso. Tras la desgracia, todas las autoridades involucradas –regionales, provinciales y distritales–  se acusaron mutuamente de ser responsables de lo ocurrido. La tragedia permitió corroborar, además, cómo la superposición de normas y poderes alienta las interpretaciones más distorsionadas y, por ende, la impunidad.

Mi Perú es uno de los asentamientos humanos más grandes de la ciudad y está catalogado como un centro poblado menor, categoría que comparte con Santa María de Huachipa, también aspirante a convertirse en distrito.

El arquitecto y urbanista Jorge Ruiz de Somocurcio ha señalado que la creación del distrito de Mi Perú va a contracorriente de lo que ocurre en el mundo. “La tendencia es crear mancomunidades”, ha dicho el ex concejal de Lima, para quien esta decisión tomada por el Congreso es un acto de caudillismo político. Y tiene muchísima razón.

Lima y el Callao son una sola unidad y deberían gobernarse como tal. Aunque razones históricas y políticas hacen imposible que ello suceda en el corto plazo, su canibalización hará felices a algunos políticos, pero a la larga solo traerá más problemas para la ciudad.