La pareja presidencial, por Fernando Rospigliosi
La pareja presidencial, por Fernando Rospigliosi
Fernando Rospigliosi

La reveladora entrevista que Gabriel Gargurevich realizó aen la revista “Cosas” la mostró tal como es y tal como se percibe ella a sí misma.

Los voceros del gobierno y defensores oficiosos, tratando de disminuir el enorme impacto que ha tenido el reportaje, han argumentado que “no hay nada nuevo” en lo que ha dicho. Lo nuevo es que ella reconozca cosas que se le atribuían y que el oficialismo negaba en todos los tonos.

Breves pinceladas en la relación con su esposo, Ollanta Humala, develan el tipo de articulación que tiene la pareja.

Ella cuenta que conoció a Ollanta en su casa (son parientes). Al día siguiente él la llamó por teléfono. Así es como ella recuerda el diálogo y como se lo contó a Gargurevich:

“–¿Qué vas a hacer? –le dijo el militar por el auricular.

–¿Qué voy a hacer de qué?

–No sé, hoy día…

–Nada…

–Ah, ya…

–Ah, ya, qué…

–No, nada, o sea… Si no vas a hacer nada…

–No, no voy a hacer nada, ¿quieres salir? –le preguntó Nadine, ‘o sea, yo lo invité a salir’.

–Bueno, salgamos”.

Es decir, ella toma la iniciativa ante la indecisión y la vacilación de él.

Más interesante aun, cuando preparaban el levantamiento de Locumba, Nadine dice que Ollanta “estaba muy amilanado”. “Entonces le dije que no había forma de que lo haga con este ánimo”.

Pasaron unos días y él seguía sin decidirse, así es que “me puse firme y le dije ‘tienes que hacerlo, no hay forma de que no lo hagas’. Si él me ve más firme, se fortalece”.

Por último, “si me ve mal, se pone mal, no sabe qué hacer, se descompensa”.

Así, en unos pocos trazos, Nadine pone en evidencia lo que muchos sospechaban: ella es su soporte emocional, no solo político.

Probablemente, situaciones como las descritas se hayan repetido decenas o cientos de veces durante su carrera militar y política, ella impulsándolo a tomar determinadas decisiones y sosteniéndolo y empujándolo cuando él vacilaba, dudaba, titubeaba.

Ambos saben eso, lo entienden, lo aceptan. En el campo político, son la pareja presidencial, no pueden existir el uno sin el otro.

Lo que trasluce toda la entrevista es la inmensa necesidad de Nadine de ser reconocida como la parte más inteligente, decidida y capaz de la pareja. Por eso dice lo que dice, a riesgo de las consecuencias políticas perjudiciales.

Después, con más calma, sopesó los perjuicios y cometió otro error garrafal, intentó impedir la publicación de las partes más polémicas. Es obvio que el poder se le ha subido a la cabeza, que el estar rodeada de adulones que jamás se atreven a criticarla ni a corregirle los errores la ha hecho creerse omnipotente. Con eso lo único que obtuvo fue darle más publicidad al reportaje.

La parte que ella quería mutilar, la que se refiere al ex primer ministro, confirma que ella tiene igual o más poder que el presidente en el gobierno. Por ejemplo, dice que los ministros acudían a ella para saber si se quedaban o se iban. También que Villanueva comparecía ante el presidente y ante ella para pedir el cambio de ministros.

No queda ninguna duda, a través de su propia confesión, que ella tiene un poder inmenso sobre las decisiones del gobierno.

También cuenta que luego de que Villanueva declara sobre el salario mínimo, Humala y el ministro Miguel Castilla, que estaban fuera del país, la llaman a ella para tomar decisiones. No llaman a la presidenta encargada, Marisol Espinoza, al presidente del Congreso, no, a Nadine que es la gobernante de facto en ausencia de los otros dos que comparten el poder.

Y no la llaman en su condición de presidenta de un partido inexistente, sino porque detenta un poder que proviene de ser la esposa y factótum (persona de plena confianza de otra y que en nombre de esta despacha sus principales negocios) del presidente.