“El mensaje de las élites desacreditadas del Partido Republicano y Demócrata en Estados Unidos y de los conservadores y laboristas británicos cayó en saco roto”. (Ilustración: Víctor Sanjinez).
“El mensaje de las élites desacreditadas del Partido Republicano y Demócrata en Estados Unidos y de los conservadores y laboristas británicos cayó en saco roto”. (Ilustración: Víctor Sanjinez).
Ignazio De Ferrari

La revuelta populista del 2016 que puso a en la presidencia de Estados Unidos y empujó al Reino Unido afuera de la Unión Europea (UE) sigue poniendo en vilo al planeta. La semana pasada, el presidente Trump decidió sacar a su país del que combate el cambio climático. En las islas británicas –si se mantienen los resultados a boca de urna– la elección de ayer volvió a llenar de incertidumbre las negociaciones del ‘brexit’.

Desde la campaña electoral del año pasado, Trump había anunciado que, de llegar a la presidencia, daría una vuelta de tuerca a las políticas contra el calentamiento global de Barack Obama. Sin embargo, en los círculos políticos liberales, existía la esperanza de que el presidente repensara su posición. Al abandonar París, Trump les recuerda a las élites del mundo libre que su compromiso es solamente con los pocos que lo eligieron y no con los grandes retos del planeta. En un irónico tuit del presidente francés Emmanuel Macron claramente dirigido a Trump se leía lo siguiente: “Make our planet great again”.

En el Reino Unido, el hecho de que la primera ministra Theresa May pueda perder la mayoría absoluta abre un nuevo capítulo en las negociaciones con la UE. May era partidaria de un ‘brexit’ puro y duro. A cambio de tener control total sobre sus fronteras –dentro de la UE rige el principio del libre tránsito de personas– la primera ministra estaba dispuesta a sacrificar el libre tránsito de bienes y servicios. Tras los resultados de anoche no está claro si los conservadores podrán seguir gobernando en minoría o si habrá nuevas elecciones. May difícilmente podrá seguir en el cargo. Convocó elecciones anticipadas para ampliar su mayoría y terminó perdiendo la que ya tenía.

En el centro de la revuelta populista está la fragilidad de la democracia moderna, en la que las elecciones definen en gran medida la suerte de los países y, cada vez más, del resto del mundo. Consensos como el Acuerdo de París o las relaciones entre los estados de la UE toman años, si no décadas, en construirse y mantenerse. Todo ese trabajo puede desmoronarse un domingo cualquiera en el que la rabia contenida depara una sorpresa mayúscula en las cabinas de votación. Justamente, una de las críticas a David Cameron, el ex primer ministro británico, fue por qué organizó un referendo en el que se ponía en manos de solo el 50 más uno de los votantes la decisión de abandonar Europa. En cualquier democracia, una reforma constitucional requiere mayorías calificadas y el ‘brexit’ podría haber recibido el mismo trato.

Pero la gran pregunta aún sin respuesta es por qué la revuelta en ciernes no fue abordada con anterioridad por la política. Uno de los grandes vicios del establishment en casi cualquier país –y en el Perú esto lo sabemos muy bien– es la confianza exagerada en su capacidad de siempre imponerse en las urnas. Pero el “sentido común” al que suelen apelar suele estallar en pedazos cuando la credibilidad del mensajero se pone en entredicho. Esa es en gran medida la historia de Trump y el ‘brexit’. El mensaje de las élites desacreditadas del Partido Republicano y Demócrata en Estados Unidos y de los conservadores y laboristas británicos –que en la campaña del ‘brexit’ pidieron permanecer en la unión– cayó en saco roto.

Pese a la visión de Trump de unos Estados Unidos ensimismados, una mirada optimista sugiere que no todo está perdido en el frente climático. El avance de las tecnologías –fundamentalmente la reducción en costos de las energías renovables– hace que, a pesar de Trump, sea aún viable que Estados Unidos logre acercarse a la meta de reducir las emisiones entre 26% y 28% para el 2025.

En el Reino Unido, pese a los resultados de ayer, las perspectivas no son mucho más alentadoras. Si bien el programa del Partido Laborista aboga por mantenerse a como dé lugar en el mercado común –lo que implicaría mantener el libre tránsito de ciudadanos de la UE prácticamente intacto–, es difícil imaginar un escenario en el que Jeremy Corbyn pueda formar gobierno. A May –o quien se convierta en su sucesor– le bastarían unos cuantos apoyos de otros partidos para llegar a una mayoría. Tras arduas negociaciones, el Reino Unido saldrá finalmente de la UE. Y entonces dejará de ser considerado el nexo claro entre la UE y la primera potencia mundial, para convertirse en un país menos relevante sin un lugar claro en el mundo.