"Somos testigos además de lo difícil que le es navegar un proceso pensando para mujeres cisgénero: desde el hecho que todos los formularios que tiene que llenar hablan de mujeres embarazadas, hasta que la ropa de embarazo y las clases prenatales todas se dirigen a ellas" (Foto: The New York Times).
"Somos testigos además de lo difícil que le es navegar un proceso pensando para mujeres cisgénero: desde el hecho que todos los formularios que tiene que llenar hablan de mujeres embarazadas, hasta que la ropa de embarazo y las clases prenatales todas se dirigen a ellas" (Foto: The New York Times).
Daniela Meneses

Hace algunas semanas, ya durante la segunda vuelta, en una entrevista me hicieron una pregunta que me sigue pesando. “¿Por qué deberían los candidatos hablar de educación sexual en sus planes de gobierno?”. Sin duda necesaria, la pregunta es al mismo tiempo terrible. ¿Cómo puede ser que los candidatos fuesen tan, pero tan malos en términos de género, que nos hubieran puesto en una situación donde pasamos nuestro tiempo justificando algo tan básico? ¿No es seguirles el juego quedarnos en ese nivel de discusión? Y aunque la interrogante en cuestión hablaba de educación sexual, el problema es generalizado para asuntos de género. La mayoría de partidos políticos han tenido una oferta tan desastrosa en estas elecciones, que se nos ha ido demasiado tiempo discutiendo generalidades, defendiendo pisos mínimos, no diciendo hasta dónde deberíamos llegar, si no qué no podemos perder…

Traigo todo esto a conversación ahora porque he dudado si debería dedicar mi columna de hoy, una que escribo luego del y en el mes del orgullo, a un documental sobre un padre trans. Con ganador, y con haciéndole tanto daño a la democracia al no aceptar que ha perdido, me pregunto si es el momento. Pero luego recuerdo que no hablar de este tema sería caer en el juego, claudicar ante ese discurso que se repite tanto para buscar callarnos, ese ‘no es prioridad’. Pero sí lo es.

Quiero hablar entonces del precioso documental “Seahorse” (Caballito de Mar). Estrenado en el 2019 y coproducido por el diario inglés “The Guardian”, Seahorse sigue a Freddy McConnell, un que, cerca de cumplir treinta años, decide que quiere ser padre. La historia comienza con el camino previo al embarazo (dejar de tomar testosterona, comenzar a menstruar, pasar por una inseminación) y termina con el nacimiento de su hijo. El título hace alusión a un apelativo que toman algunos hombres trans que salen embarazados, en referencia a que en esa especie son los machos quienes dan a luz.

Mientras que muchas veces embarazos como el de McConnell aparecen en tabloides y notas sensacionalistas, a través de los ojos de la directora, Jeanie Finlay, tenemos una mirada íntima y llena de cuidado y cariño a un proceso muy feliz, pero también muy duro. Porque sí, hay en el documental muchísimo amor, muchísimo apoyo. Pero también vemos de cerca los miedos del protagonista: miedos a que su embarazo sea sensacionalizado; a no ser aceptado por sus amigos hombres cisgénero (“a que crean que soy menos hombre”); a no encajar en la idea que se tiene de las personas trans; a ver su cuerpo cambiar… Somos testigos además de lo difícil que le es navegar un proceso pensando para mujeres cisgénero: desde el hecho que todos los formularios que tiene que llenar hablan de mujeres embarazadas, hasta que la ropa de embarazo y las clases prenatales todas se dirigen a ellas.

Otro punto importante –que ha sido mencionado por McConnell también en una entrevista– es que el documental evidencia la falta de información que tienen los hombres trans sobre sus opciones reproductivas. “Los hombres trans todavía no reciben la información correcta sobre sus opciones, incluyendo cómo llevar un embarazo de forma segura. Se nos dice que no podemos, y se asume que no queremos”, ha dicho el protagonista.

Es cierto, por supuesto, que “Seahorse” se sitúa en un contexto muy particular: McConnell es, después de todo, un hombre blanco, que vive en un pequeño pueblo inglés, y que tiene el apoyo de varios miembros de su familia y amigos. Si bien es importante leerlo desde ese lugar, creo que es indiscutible que verlo logra lo que él, también en una entrevista, dijo que buscaba: esparcir empatía.

Pueden encontrar el documental a través de la plataforma de Vimeo. Y para quienes prefieren los podcasts, aprovecho para recomendarles una serie que estoy escuchando actualmente y que es presentada por McConnell: “Pride and Joy” (la encuentran en la web de BBC Sounds). Ahí, aparecen las voces de diversos padres (recomiendo particularmente el episodio “Keeping it in the family”, sobre maternidad subrogada).