¿Qué reformas pide la población al próximo gobierno? - 1
¿Qué reformas pide la población al próximo gobierno? - 1

El filósofo Harry Frankfurt, en “Sobre la verdad”, sostiene que “para crear y mantener una cultura avanzada es preciso que no nos dejemos debilitar por el error y la ignorancia”. Y añade: “Necesitamos saber un gran número de verdades, y también, desde luego, cómo hacer un uso productivo de ellas”. En efecto, para que los países y las sociedades en general, se desarrollen es esencial que la verdad prevalezca sobre las medias verdades y las mentiras flagrantes. Más aun, cuando estas últimas podrían limitar acciones propositivas, armoniosas y más productivas.

Inspirados en el libro de Hans Rosling, “Factfulness” (algo así como ‘estar llenos de datos y hechos fácticos’), introdujimos tres preguntas en el último estudio de El Comercio-Ipsos para, a través del contraste de tres aspectos cruciales de nuestro desarrollo y actual contexto, auscultar cómo andábamos a nivel local.

La primera pregunta que hicimos fue: “De cada 100 peruanos, ¿qué cantidad diría usted que son pobres?”. Únicamente el 5% acertó en la respuesta: entre 20 y 25. Un 1% de los entrevistados fueron optimistas, al considerar que los pobres eran menos de 10. El 91%, en cambio, mostró una visión más bien pesimista, al creerla entre 30 y 70 (49% de los consultados) o entre 75 y 100 (42%). Por asombroso que parezca, fueron más los que pensaban que el 100% de peruanos vive en situación de pobreza (8%) que los que acertaron.

La segunda pregunta: “¿Usted cree que en los últimos 20 años la desigualdad en el Perú...?: a) ha aumentado; b) ha disminuido; c) se ha mantenido igual”. De nuevo, la mayoría de peruanos están equivocados. Tan solo 19% de quienes responden sabe que la desigualdad (medida a través del coeficiente de Gini) ha disminuido de manera considerable. Un 80% son pesimistas y creen que la desigualdad se ha mantenido igual (30%) o ha aumentado (50%).

Finalmente, preguntamos: “De cada 100 peruanos, ¿qué cantidad diría usted que pertenece a la ‘clase media’?”. De nuevo, únicamente 13% acertó, contestando que entre 40 y 45. Un 42% pecó de optimista y un 30% de pesimista.

Podemos hacer dos reflexiones sobre esta desconexión entre la realidad y las creencias. La primera parte por preguntarnos dónde se origina esta separación. Una primera respuesta, señalada por el mismo Rosling, apunta a los medios. A ellos se debería que muchas personas no estén al tanto de los avances del país. A nivel local, sin embargo, creo que el problema es mayor. Muchos de nuestros académicos, analistas, políticos, miembros del clero, y también medios, tienen una visión ideologizada y politizada de estos temas. Esto hace más difícil que la mayoría de la población reciba data objetiva sobre hechos como la disminución de la pobreza o de la desigualdad. El mercantilismo y la desafección social de buena parte de la derecha ahondan dicho problema.

En segundo lugar, cabría preguntarnos qué perdemos por dicha desconexión. Para empezar, optimismo. Pero, sobre todo, cohesión; no hay unanimidad sobre un marco de crecimiento y desarrollo que, mal que bien, ha brindado frutos. No se trata de pensar que el modelo no se puede ajustar; de hecho eso ha sucedido varias veces en este siglo. Sin embargo, la verdad detrás de dichas cifras debería servirnos para reafirmar el compromiso con la democracia, nuestro modelo político-económico, y sobre todo alentarnos a continuar las reformas institucionales por tanto tiempo postergadas.