Pobreza S.A., por Alfredo Bullard
Pobreza S.A., por Alfredo Bullard
Alfredo Bullard

Blake Mycoskie fundó TOMS Shoes. Basándose en un modelo de alpargata tradicional argentina, Mycoskie la mejoró, le añadió ajustes de diseño y colores originales que la hicieron atractiva para personas de ingresos altos y medios.

Entonces hizo una promesa: por cada par de alpargatas  que adquieras (a un precio alto para un par de alpargatas), TOMS le regalará un par de las mismas a un niño pobre descalzo. En su publicidad se ofrece que, comprando los productos de TOMS, podrás entregarle calzado a los pobres por el resto de sus vidas. Suena bien, pero hay algo no muy lógico: ¿Desea Mycoskie que los pobres se queden descalzos para poder recibir calzado gratis durante toda su existencia?

¿Recuerda la canción “We are the world”? Una serie de famosos cantantes, encabezados por Michael Jackson, emocionaban a la gente para vender un disco que permitía recolectar fondos  para combatir la pobreza. De manera similar, Bono, el cantante de U2, organiza conciertos y consigue la solidaridad de otras celebridades como él bajo la promesa de eliminar la pobreza extrema en el mundo. El dinero recolectado es luego transformado en millonarias donaciones a los países pobres. Como Mycoskie, Bono ha sido reconocido internacionalmente por gobiernos, instituciones internaciones y ciudadanos a lo largo y ancho de todo el mundo.

Luego del terrible terremoto de Haití en el 2010 el país quedo devastado. Una persona que se encontraba ahí habló entonces con un amigo en Indonesia, país que había sido arrasado en el 2004 por una serie de tsunamis. El amigo de Indonesia  le dice al que se encuentra en Haití: “¡Qué bueno que hayan sobrevivido al terremoto! Ojalá sobrevivan a la llegada de las ONG”.

El haitiano no entendió a qué se refería hasta que el país fue inundado por cerca de 10.000 ONG que desde el 2010 a la fecha llevan a Haití decenas de millones dólares en donaciones. Luego de cinco años del desastre las donaciones siguen llegando.
De manera paralela los países ricos como Estados Unidos aprueban subsidios a sus agricultores para que puedan enviar alimentos baratos a países como Haití, mientras que organismos internacionales públicos y privados llevan toneladas de ayuda todos los días.

Estas son algunas de las historias que se cuentan en la película “Poverty Inc.”. El excelente documental muestra de manera dramática cómo los zapatos de TOMS destruyen la industria del calzado en los países a los que llegan, frenando el desarrollo de actividades  empresariales de pequeños y medianos emprendedores que precisamente podrían sacar a la gente descalza de la pobreza para que no tengan que recibir zapatos gratis hasta el fin de sus días.

Las donaciones de Bono, la canalización de millonarios fondos por las ONG y los subsidios de los países desarrollados destruyen otras industrias (principalmente las de vestido o alimentos) en los países pobres.

El resultado es un círculo vicioso de dependencia, en la que los pobres viven de un asistencialismo que impide el desarrollo de actividades económicas y el aumento de la productividad. Las buenas intenciones en lugar de ayudar destruyen el sistema de incentivos que generan el desarrollo y la reducción de la pobreza.

La película describe una industria de asistencialismo. Si bien parece lógico que ante un desastre o una crisis llevemos ayuda a los afectados, el asistencialismo deja de ser coyuntural y se vuelve estructural, convirtiéndose no en un episodio sino en un modo de vida de países enteros, creándose formas de dominación y dependencia que destruyen el futuro y la dignidad de los pobres.

La célebre figura de que en lugar de regalar pescado hay que enseñar a usar cañas de pescar está incompleta. Si regalas pescado no solo dejas de darle la oportunidad a los menos favorecidos de superarse, sino que destruyes las cañas de pescar que podrían usar.