PPK pontífice, por Roberto Abusada Salah
PPK pontífice, por Roberto Abusada Salah
Roberto Abusada Salah

La etimología popular de la palabra ‘pontífice’ la describe como ‘el que hace puentes’ o el que ‘tiende puentes’, y de allí la referencia al Papa. El término, sin embargo, antecede al cristianismo, y fue usado por emperadores romanos (‘pontifex maximus’).
Durante la absurdamente larga campaña de la segunda vuelta el término ‘tender puentes’ se convirtió de pronto en casi un cliché infaltable dentro de la sobredosis de análisis político a la que estuvimos expuestos. ‘Tender puentes’ era ya el ingrediente esencial dentro de la receta que, según los analistas, debiese aplicar quien venciese en la elección.

Buena parte de la recomendación de estos analistas era, sin duda, una reacción a lo virulenta de una campaña repleta de acusaciones sin fundamentos, duras expresiones e insultos; una campaña profusa en agravios y anémica en la discusión de propuestas. 

No dudo que hoy electo Pedro Pablo Kuczynski construirá puentes. Reconozco en él un carácter amigable, destreza para conciliar y alternar de manera constructiva con gente de ideas distintas a las suyas. Sin embargo, el escenario político que la votación popular ha configurado requerirá de PPK algo más que un simple ‘voltear la página’. Subsisten las heridas que el contendor ha sostenido. Y no se trata de un contendor cualquiera, sino quien tiene una fuerza congresal mayoritaria y también una organización nacional considerable. Fuerza Popular enfrenta también una tarea tanto o más difícil: caminar sobre la delgada línea que separa su ya anunciada férrea oposición y el torpe obstruccionismo suicida. 

Ante todo el complicado panorama que nos ha dejado el electorado, el Congreso y el Ejecutivo heredan un Estado disfuncional con instituciones particularmente débiles, y un país en grave peligro de perder su carácter unitario debido a la forma en que se puso en práctica el proceso de regionalización. En efecto, el Perú semeja hoy un archipiélago de regiones dirigidas por autoridades que se sienten partícipes de un estado federal. Un archipiélago conformado por autoridades convencidas de su dominio sobre el agua o los recursos del subsuelo, pero cuya propia autoridad es muchas veces desconocida por organizaciones informales que detentan, dependiendo de cada caso, un poder y legitimidad de facto mayor; sean estos los llamados frentes de defensa, junta de regantes, asociación de mineros informales o cualquier otra organización espontánea que también exige la ‘construcción de puentes’. 

Si la situación que he descrito tiene un grado de verosimilitud, las opciones que enfrenta PPK no son particularmente abundantes. El trabajo de concertación será sin duda arduo y en esa tarea quizá la decisión más trascendente en el plazo inmediato sea la del nombramiento en la posición de presidente del Consejo de Ministros a un político con peso propio y probadas cualidades de diálogo y persuasión. Y si la sorprendente fortuna que hasta ahora parece favorecerle lo sigue acompañando, uno o dos vistosos éxitos tendrían el potencial de convertirlo en un héroe popular que dé vigor a su capacidad para liderar: un éxito notorio en, por ejemplo, la seguridad ciudadana, o la puesta en marcha de un megaproyecto minero en conflicto. 

En todo caso, algo de lo que la población está sedienta es de un presidente que ejerza un fuerte liderazgo y que le dé un sentido de rumbo a la nación. Que muestre estar dispuesto a sacrificar capital político en aras del logro de objetivos impostergables: la reforma del Poder Judicial, la reestructuración profunda de la Policía Nacional, un acuerdo amplio sobre política laboral, una reforma de la administración pública, la revolución del sistema de salud, la continuación de la transformación de la educación, un plan nacional de infraestructura basado en prioridades evidentes, una reforma completa del sistema pensionario, la creación de un verdadero servicio de inteligencia y una urgente y completa simplificación y homogenización de trámites y controles que hoy ahogan la inversión.

Afortunadamente existen aún algunas instituciones, con el Banco Central encabezando la lista, que han resistido el hondo deterioro que la incapacidad gubernamental ha propiciado, y el Perú cuenta con fortalezas macroeconómicas envidiables. Pero el panorama general es el de un país en que un pontífice con credibilidad destacada tendrá que dedicarse ya no solo a tender puentes por doquier, sino también a señalarnos el rumbo a tomar y mostrarnos día a día que en efecto avanzamos.