Martín Vizcarra
Martín Vizcarra

El presidente colocó una estaca en la simbólica fecha del 28 de julio del 2020, con su propuesta de , que difícilmente podrá retirar. Tomó la iniciativa política con una propuesta inesperada, que tenía un alto componente de apoyo popular, pero tremendamente limitada por el camino que debía transitar.

En lo que va de agosto, no se ha avanzado nada y todo parece indicar que el , cuya mayoría de parlamentarios se opone rotundamente al adelanto de elecciones, alargará la discusión hasta poner en peligro el cronograma electoral. Si el presidente Vizcarra carecía, como tantas veces se ha señalado, de partido, bancada y grupo social de apoyo, en esta oportunidad, la falta de operadores políticos se hace sentir más que nunca para apuntalar su propuesta. De esta manera, por el lado del oficialismo todo quedó reducido al presidente, primer ministro y ministro de Justicia. Mientras que al frente, en la oposición, se aglutinaban las multiplicadas voces de las bancadas y sus replicadores en los medios de comunicación. Es decir, debilidad estructural para una salida tan compleja, a la que se le agregaron problemas como el de Tía María y los audios, que el gobierno no enfrentó con éxito, quedando debilitado teniendo que ceder a una propuesta de diálogo con el presidente del Congreso, cuando no estaba en los planes del presidente Vizcarra.

El adelanto de elecciones es una estaca que mantiene con vida a un gobierno y que le otorga capacidad de juego, por lo que es altamente improbable que sea negociable, como queda claro en las últimas entrevistas del presidente de la República. El retiro o ya una inútil postergación, dejaría entonces al Ejecutivo en total vulnerabilidad frente a una ensañada oposición que no conoce otra manera de relacionarse que no sea la confrontación, ahora encabezada por el núcleo más beligerante que quisiera ver a Vizcarra renunciar o ser vacado. Es cierto que, para esto último, se requiere una votación calificada que no es fácil de conseguir. De la misma forma, la cuestión de confianza, espada de Damocles usada a discreción por el gobierno, para atemorizar con la disolución del Congreso, solo servirá justamente hasta el 28 de julio del 2020, dado que el último año del mandato de cinco años, no se puede hacer uso de esta casi única arma con la que ha contado el oficialismo para enfrentar al parlamento.

Ciertamente la oposición ha explotado todos los recursos discursivos y procedimentales para debilitar la propuesta presidencial. Sabe que es un riesgo prolongar la aprobación de la propuesta presidencial, pero no le queda tampoco mucho espacio de juego pues, en los partidos de las propias bancadas parlamentarias, así como en los otros 18 que no tienen representación en el Congreso, no se ve con malos ojos el adelanto de elecciones, puesto que la no reelección parlamentaria abre el camino al recambio y, no menos importante, hay una opinión pública manifiestamente a favor de la propuesta presidencial que por menos, se ha movilizado.

Si el Congreso en estos tres años ha labrado su desprestigio y el Ejecutivo es débil, la posibilidad que su desgastada relación cambie, es muy baja. En este contexto el diálogo, invocado también en todos los gobiernos sin ningún éxito, se realizará entre Vizcarra y Olaechea, pero con márgenes estrechos dado que el gobierno sabe que solo puede hacerlo alrededor del adelanto de elecciones. Por ahora, tenemos un entrampamiento con pronóstico reservado.

* El autor presidió la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política.