"Habrá muchos temas adicionales que comentar y creo que un debate intenso sobre las propuestas es indispensable".(Ilustración: Rolando Pinillos)
"Habrá muchos temas adicionales que comentar y creo que un debate intenso sobre las propuestas es indispensable".(Ilustración: Rolando Pinillos)

Desde hace ya varios lustros, cada vez que se analiza la realidad del país, se concluye que, si bien la dinámica económica viene generando mejoras en la calidad de vida de la población, lo que ocurre a nivel de la política nos jala para abajo y se constituye en un obstáculo para avanzar hacia el desarrollo. Miremos, nomás, lo que pasa en estos días con nuestros precarios partidos políticos y en el Congreso.

La comisión a la que el presidente le encargó realizar propuestas para una reforma política y electoral ha terminado su trabajo. Sabiendo de la capacidad profesional de sus miembros, es fácil deducir que las habrá muy valiosas y que estas deberán discutirse ampliamente. Por mi parte, quisiera hacer un primer comentario breve sobre tres de los temas que parece que vienen en el paquete.

En primer lugar, la eliminación del voto preferencial, culpable de muchos de los males de nuestra vida política. Ahora bien, esto solo tiene sentido cuando hay partidos políticos con verdadera democracia interna, supervisada por la ONPE. A la vez, tiene que darse en circunscripciones electorales más pequeñas (con no más de cinco candidatos) para que sea posible, así sea improbable, que todos los de una lista puedan ser elegidos (de hecho, ya ha ocurrido).

En segundo lugar, el cambio en los requisitos para inscribir nuevos partidos políticos. Tiene sentido desaparecer el esquema de millones de firmas que, en la mayoría de los casos, han sido conseguidas con trampa. Más aun si en nuestro frondoso “sistema de partidos” no más de cuatro califican como tales (y con dificultad); siendo el resto partidos de ocasión que se alquilan al mejor postor. Pasar a tomar en cuenta el número de votantes en las elecciones primarias es una buena idea para que queden los partidos realmente existentes. Los partidos (viejos y nuevos) que no pasen determinada valla no deberían participan del proceso electoral; el mínimo debería garantizar representatividad y debería conseguirse en un número alto de circunscripciones (para expresar presencia nacional).

En tercer lugar, el retorno a la bicameralidad. Es cierto que esta perdió en el referéndum, pero lo es también que ello sucedió porque la gente votó como el presidente Martín Vizcarra quería. Y la razón por la que Vizcarra terminó oponiéndose a su propia propuesta estaba vinculada a los contrabandos que ella incluía.

No será fácil explicar por qué retomar la idea, pero si el Congreso la rectifica, se debe insistir en esta iniciativa. En caso prospere, a diferencia de las circunscripciones electorales para diputados, el Senado debería elegirse por macrorregiones o por distrito electoral único, buscando una visión más integrada de los problemas nacionales.

Habrá muchos temas adicionales que comentar y creo que un debate intenso sobre las propuestas es indispensable. Hay que crear opinión pública sobre su urgencia. Tampoco hay que olvidar que estas reformas se deben producir en el Congreso, por lo que dependen de una correlación de fuerzas. Y recordemos que la mayoría de las propuestas de la reforma judicial que el Ejecutivo envió al Legislativo hace ya varios meses no ha avanzado un ápice. Más complicado aun resulta el caso de estas otras reformas, pues quienes deben cambiar las reglas de juego son los que están allí porque estas existen. Va a ser difícil, pero no imposible.

Coda: Los atractivos de una ciudad o de un país son solo uno de los requisitos para que aumenten los turistas y se construya una industria turística floreciente, que pueda llegar a ser clave para el desarrollo. Cuando hay riesgos contra la salud, la propiedad o incluso la vida de los viajeros, muchos de ellos toman la decisión de ir a otro lugar. Esto viene a cuento porque en los últimos meses se han dado situaciones de violencia contra los turistas que deben llevar al gobierno a acciones inmediatas. Es cierto que no se les puede proteger en todo lugar y momento, pero la ruta del y al aeropuerto no puede sufrir los niveles de asaltos a turistas que se vienen dando. Lo mismo viene sucediendo con demasiada frecuencia en o cerca de sus hoteles, la gran mayoría “vigilables”, al estar concentrados en algunas pocas zonas de Miraflores y San Isidro. Por último la madrugada no puede quedar desguarnecida y no solo para los turistas.