“En el caso de lo que ha confesado Karim López, me parece que se peca por omisión y no por exceso”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
“En el caso de lo que ha confesado Karim López, me parece que se peca por omisión y no por exceso”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza

es un personaje detestable. Todo parece indicar que viene viviendo ilícitamente de la teta del Estado desde hace tres lustros. Y que, hace unos meses, encontró en el presidente , el ex secretario general de la Presidencia, , y los demás integrantes de lo que bien cabría denominar “La pandilla de Sarratea” una forma de llevar a nuevos niveles su habilidad para influir ilegalmente en licitaciones públicas.

Pero así es la colaboración eficaz: gente éticamente inmunda y ya identificada por la justicia rompe el pacto mafioso –reconociéndose culpable– y se acoge a una delación premiada. Con ello, sus cómplices, actores mucho más importantes, pueden ser procesados por la justicia y la sociedad puede resarcirse del daño recibido.

Nadie se acoge a la colaboración eficaz a menos que esté con la soga al cuello. Ya que no solamente tiene que decir cosas muy relevantes y útiles para la condena de sus compinches, sino que además tienen que corroborarse sus dichos.

En el caso de lo que ha confesado Karelim López, me parece que se peca por omisión y no por exceso. Es decir, creo que está ocultando parte importante de la turbiedad de su propia participación, que debe de haber sido mucho mayor a la autoinculpación que ha hecho. Pero eso es problema de ella. Si hay algo de lo que ha dicho que no pueda documentar, o si la justicia corrobora que tras las imputaciones ‘light’ que ella se hace se escondían otras más graves, le tocará ir a la cárcel.

Pero en relación con el tema que sí nos concierne, sus dichos sobre las licitaciones manipuladas constituyen una importante ampliación de lo que ya se conocía. De hecho, con el escándalo del empezamos a conocer el modus operandi en esa veta de corrupción.

Sabemos ahora, además, que una empresa peruana –que nunca había contratado con el Estado– en sociedad con una empresa china –que muy difícilmente podrá argumentar que no se dio cuenta de lo que sucedía– han conseguido contratos por más de S/1.000 millones en pocos meses.

Súmese, asimismo, un nuevo hallazgo en la otra veta; a saber, la de las serias evidencias de corrupción en Petro-Perú difundidas el pasado domingo en El Comercio . El periodista sacó nuevas revelaciones desde el socavón en el que se ocultaban en una columna con el elocuente título de “La mafia del maestro”.

Cuenta Uceda que Iván Merino, que fue ministro de Energía y Minas en el Gabinete presidido por Guido Bellido, acudió a Palacio de Gobierno el pasado 7 de octubre a jurar como parte del Consejo de Ministros que encabezó Mirtha Vásquez. Se le había dicho que permanecería en el cargo.

“Se topó con el secretario de la Presidencia, el inescrupuloso Pacheco, [que] le preguntó si el tema de Hugo Chávez estaba resuelto”. Se refería a que, además de miembro del directorio de Petro-Perú, debía nombrarlo como gerente general de la referida empresa estatal.

“Merino respondió que jamás sería gerente general bajo su gestión. Pacheco repuso que se atuviera a las consecuencias. [...] En los treinta minutos siguientes, Castillo halló al reemplazo: Eduardo González Toro, un irrelevante asesor de la PCM”. Al día siguiente, Hugo Chávez fue nombrado gerente general de Petro-Perú.

Tiempo después, en medio del escándalo por el direccionamiento de la licitación del biodiésel, aquel que tocó tan de cerca al propio Castillo, Hugo Chávez sostuvo: “Yo me voy al día siguiente de que se vaya el presidente de este país”, en clara alusión mafiosa a que Castillo no lo podía sacar. ¡Hasta Silva ha caído y Chávez sigue inamovible en Petro-Perú!

¿Cuántas vetas más no se habrán de descubrir en esta mina de oro, en lo que quien gobierna y sus secuaces convirtieron aquello de “no más pobres en un país rico”?

Un Gobierno así no puede seguir. La gravedad de los casos destapados hace impostergable que Pedro Castillo deje la Presidencia de la República, que se le levante el fuero y que sea juzgado por los múltiples delitos que, todo parece indicar, habría cometido.

El grave problema es que, institucionalmente, estamos trabados frente a esta nueva situación. Ello en la medida en que el Gabinete, más que un equipo de Gobierno, parece ser un pacto mafioso con varias bancadas del Congreso para que lo protejan ante una eventual vacancia. Peor aún, porque cuenta también con “cinco niños”, como denominaba Castillo –según López– a los congresistas de Acción Popular que serían parte del esquema de corrupción (sintomáticamente, dicha bancada anunció la noche del lunes que se iba abstener en la censura a Silva).

Castillo no puede quedarse y parece que el Congreso no puede sacarlo.

Un entrampamiento que solo puede ser destrabado por nosotros, los ciudadanos. Para ello, se necesita una convocatoria para salir masivamente a las calles hecha por gente respetable y plural de la sociedad que se encuentre alejada de intereses político-partidarios y de aspiraciones electorales inmediatas, y que lo haga enarbolando la consigna de que renuncie Castillo y se convoquen a elecciones para la presidencia y el Congreso. Nada más y nada menos.

Aprendamos del heroico ejemplo que están dando los ucranianos en defensa de su patria, asaltada con crueldad inenarrable por el presidente de Rusia, Vladimir Putin. En comparación, lo nuestro es sencillo. No hay que poner en riesgo la vida y el depredador ya está colgado de la brocha.