"La suerte de la bonita", por Jennifer Llanos
"La suerte de la bonita", por Jennifer Llanos
Redacción EC

Esta semana a la congresista le han dicho de todo menos bonita. Pero eso fue solo esta semana, el resto del tiempo, prácticamente lo que único que se escucha sobre ella es justamente eso: qué linda Lucianita. De hecho no es muy descabellado sospechar que uno de los factores que más ha pesado en su carrera política ha sido precisamente su linda cara. Lo cual no es un delito, por cierto. 

Cada quien explota los recursos que tiene a la mano, y mientras se respeten los límites que impone la ley, pues que Dios y la patria se lo premien. Si no, que lo diga la ex congresista Susy Diaz, que con su 13 en la nalga demostró hasta dónde se puede llegar con una cara potogénica. Al lado de la mamá de Florcita, la mamacita de la patria en cuestión no es más que una versión softcore, censurada y apta para todos. 

Ciertamente, nuestra joven parlamentaria no tiene la culpa de ser encantadora. Al contrario, ya quisiera una. Tampoco es a ella, por lo tanto, a quien hay que reprochar por la acogida –entre condescendiente y paternal– que han tenido los pueriles argumentos que ha utilizado para explicar sus inversiones inmobiliarias. Es probable que esté diciendo la verdad, claro está, y nada más loable que el respeto a la presunción de inocencia. 

Lo llamativo del caso es, precisamente, que pocas veces vemos por aquí tanto despliegue a la hora de manejar una ‘denuncia’. Por indicios mucho menos claros de irregularidad se han desatado implacables descuartizamientos mediáticos y casi todos los días conocemos el nombre, la dirección y hasta los lazos familiares de ‘presuntos’ pervertidos del transporte público. 

Sin embargo, tal vez sea precipitado asumir que la buena presencia de es la causa de tan inusitada benevolencia. Al fin y al cabo, estamos en vísperas del Día del Periodista, y la esperanza, dicen, es lo último que se pierde.

En el otro extremo de nuestra psicodélica realidad, el adjetivo más atroz que encontró un desadaptado para atacar a la gerente de Fiscalización de la Municipalidad de Lima (en licencia), Susel Paredes, fue: fea. Daría risa si no fuera porque entre las que pecan de bonitas y las que son ‘acusadas’ de feas, las mujeres seguimos siendo juzgadas, tratadas y remuneradas en base a criterios que nada tienen que ver con nuestras reales capacidades.