¡Ya es suficiente!, por Hugo Guerra
¡Ya es suficiente!, por Hugo Guerra
Hugo Guerra

Estamos a poco más de un mes de la votación y las reglas del proceso electoral siguen sin estar claras, mientras quienes quieren deslegitimar –y hasta frustrar– la alternancia democrática gritan un absurdo fraude.

En el caso de César Acuña, el raciocinio del Jurado Electoral Especial (JEE) ha sido claro: su candidatura es improcedente porque repartir dinero está absolutamente prohibido y eso implica excluir la fórmula presidencial postulante. De modo que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) está obligado a ratificar esta semana la resolución según la cual Alianza para el Progreso sale de la contienda, dejando atrás varias lecciones sobre inmoralidad, falta de ética y soberbia no solo de Acuña, sino también de quienes han perdido prestigio y dignidad política como Anel Townsend, el pastor Humberto Lay, Fernando Andrade e, increíblemente, el presidente del Congreso, Luis Iberico. 

En cuanto a Julio Guzmán, el comportamiento del JEE ha sido errático: primero contradijo el criterio de su instancia superior, pero, frente a una tacha sólida, ha decido, correctamente, la improcedencia de la candidatura morada. Previsiblemente –y sería escandaloso un fallo contrario– esta semana el JNE tendrá que ratificar la separación del novato y polémico candidato del proceso.

Estoy de acuerdo con que el sistema electoral adolece de muchas deficiencias normativas (como las generadas por una ley pésima y tardía que alentó el nacionalismo). Estoy de acuerdo también con que los tribunales electorales son lentos, confusos y poco coherentes en la solución de los casos que se le presentan. Pero, lamentos aparte, es lo que hay y todos tenemos que respetar la decisión de las autoridades electorales. Su mala calidad no invalida su legitimidad, salvo que hubiese prueba incontrovertible de que los magistrados actuaran bajo cohecho.

Por tanto, que Guzmán grite fraude es de una irresponsabilidad intolerable. La candidatura de Todos por el Perú debe pagar el precio de la improvisación, de errores que no son solo administrativos y hasta de eventuales delitos (la falsificación de firmas). Que pague, además, el precio de la realidad: los ‘guzmanlovers’ no pueden hablar del ‘derecho’ de cuatro millones de votos porque, aunque las encuestas les asignaron coyunturalmente casi el 20% de aceptación, no significa que tuvieran votos asegurados y ni siquiera seguidores propios, como los demuestran sus dos ‘plantones’ fallidos en los cuales no hubo ni cuatro gatos.

De modo que ya es suficiente de escandaletes, psicosociales y estratagemas que solo abonan el interés nefasto de deslegitimar el proceso electoral y, peor todavía, deslegitimar también al próximo mandatario quien quiera resulte elegido. 

Es peligroso que, pese al poco tiempo restante hasta el 10 de abril, aún no se pueda imprimir las cédulas de votación y distribuirlas por todo el país. Es peligroso, asimismo, que se sigan permitiendo actos de violencia contra candidatos y se admitan tachas descabelladas como las presentadas contra Alan García y Keiko Fujimori. No se da espacio al debate racional de los programas de gobierno y gran parte de la ciudadanía ni siquiera es capaz de distinguir entre los símbolos partidarios.

Critiquemos con todo las fallas detectadas, pero no permitamos maniobras que afecten la expresión libre de la voluntad popular. ¡Y cuidado con incitar una inaceptable postergación de los comicios!