Un triunfo liberal, por Hugo Guerra
Un triunfo liberal, por Hugo Guerra
Hugo Guerra

Para los liberales, es un deber ético y político sumarse a la celebración por la histórica sentencia de la Corte Suprema estadounidense que legaliza el . Y, a partir de ello, retomar la lucha para que, por lo menos, la unión civil sea aceptada en el Perú.

La cita inevitable del fallo se asemeja a las profundas reflexiones de la Ilustración cuando precisa: “Sería malinterpretar a estos hombres y mujeres decir que le faltan el respeto a la idea del matrimonio. Su motivo es que la respetan, la respetan tan profundamente que tratan de encontrar su cumplimiento para sí. Su esperanza es no estar condenados a vivir en soledad, excluidos de una de las instituciones más antiguas de la civilización. Piden la misma dignidad ante los ojos de la ley. La Constitución les otorga ese derecho”.

Esta declaración es positivamente revolucionaria porque coincidentemente los liberales defendemos el laicismo y reclamamos que el matrimonio sea un acuerdo privado de los ciudadanos, en el que el Estado intervenga de forma mínima. La institución matrimonial corresponde a la esfera de los derechos individuales que no deben ser afectados por los poderes públicos y tampoco monopolizados por las confesiones religiosas.

El matrimonio civil y el comportamiento sexual legítimo de las personas no son siquiera asuntos semipúblicos que atañan a todos los miembros de la comunidad política. Por tanto, esta no tiene derecho a convertirse en supervisora de la viabilidad de la unión de dos mayores de edad. Asimismo, como fluye de la sentencia, queda en claro, por un lado, que la homosexualidad no es una opción, sino una condición. En consecuencia, por lo menos en no existirán más “derechos gay”, sino simplemente derechos humanos.

Por otro lado, desde la perspectiva constitucional, a nadie le hace daño la unión voluntaria de dos personas homosexuales. Por el contrario, al ser reconocidas matrimonialmente, las parejas gay son titulares de los mismos derechos y merecen el mismo respeto y dignidad que disfrutan todos los ciudadanos.

Por supuesto, se necesita valentía y decencia para oponerse a restricciones aberrantes y legalmente sospechosas basadas en la condición sexual; y, también, para sostener que la homosexualidad no determina la identidad entera de la persona ni define su posición política. De allí que la causa no es ni de izquierda ni de derecha, sino de defensa de los derechos humanos. Así, deberíamos meditar acerca de la frase de Adam Smith sobre el “sistema simple de libertad natural”, para respetar y proteger los derechos de todas las personas sin importar la etnia, el sexo o la condición sexual. 

En cuanto al Perú, rescatar el proyecto de la , e inclusive reclamar el matrimonio homosexual, es un reto libertario. Debemos oponernos a aquellos que quieren modelar la sociedad de una manera arbitraria, apelando a la extorsión religiosa para oprimir a quienes buscan un estilo de vida diferente y a quienes consideran que no solo el matrimonio heterosexual es el respetable y “natural”.

Por eso, la decisión de los jueces estadounidenses es un aliciente para seguir en la lucha por la recuperación de los principios fundamentales de una sociedad libre.