“A menos que los países latinoamericanos comiencen a tomar medidas proactivas para evitar que la crisis actual produzca una debacle educativa a largo plazo, será cada vez más difícil para la región competir con otras partes del mundo”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
“A menos que los países latinoamericanos comiencen a tomar medidas proactivas para evitar que la crisis actual produzca una debacle educativa a largo plazo, será cada vez más difícil para la región competir con otras partes del mundo”. (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza
Andrés Oppenheimer

Cuando me preguntan si América Latina saldrá pronto de su actual crisis económica, suelo responder que el daño económico causado por la pandemia del será relativamente corto, pero el daño educativo podría durar décadas.

A corto plazo, es probable que las economías latinoamericanas comiencen a recuperarse. Para la mayoría de los países de la región, esta debería ser una crisis económica más breve que la depresión de 1930, que duró diez años. Parte de la recuperación de América Latina se deberá a un fuerte repunte económico en China, el mayor comprador de materias primas de Sudamérica, en el 2021.

Pero el daño causado por la pandemia en los sistemas educativos de la región podría extenderse durante muchos años.

Millones de niños latinoamericanos han perdido seis meses de escuela, muchas veces porque carecen de laptops o de buenas conexiones a Internet para estudiar de manera remota. En Bolivia, el gobierno durante todo el año escolar, y los maestros se preguntan cuántos niños volverán a clase una vez que reabran las escuelas.

Todo esto amenaza con deteriorar los niveles educativos, porque la mayoría de los expertos coinciden en que es muy difícil que los niños recuperen el tiempo escolar perdido.

Varios estudios han demostrado que cuando los niños se toman vacaciones de tres meses, no solo dejan de aprender cosas nuevas, sino que también se olvidan mucho de lo aprendido. Si no van a la escuela durante seis meses o un año, el daño podría ser mucho mayor.

Un nuevo ránking de las mejores universidades del mundo del Times Higher Education Supplement (THE) muestra que las universidades latinoamericanas ya estaban rezagadas antes de la pandemia.

El muestra que no hay una sola universidad latinoamericana entre las 200 mejores del mundo.

La mejor calificada de la región, la Universidad de Sao Paulo, en Brasil, ocupa el puesto 240, y la mayoría de las otras universidades latinoamericanas están mucho más abajo. Y es probable que caigan aun mas después de la pandemia.

“Las universidades latinoamericanas no han tenido un desempeño muy bueno debido a la falta de inversión, la falta de colaboración internacional y la inestabilidad política”, me dijo Ellie Bothwell, la directora del ránking. “Estos desafíos se verán agravados después de la pandemia”, añadió.

Cuando le pregunté qué deberían hacer los países latinoamericanos para evitar un mayor colapso educativo, Bothwell me dijo que los gobiernos deberían resistir la tentación de recortar subsidios a las universidades, y que las instituciones de educación superior deberían aprovechar nuevas oportunidades que han surgido desde el inicio de la pandemia.

“Este podría ser un gran momento para que las universidades latinoamericanas se asocien con instituciones de otras partes del mundo, uniendo sus recursos”, me dijo Bothwell. “Es un buen momento para buscar nuevas oportunidades en términos de títulos conjuntos, programas de investigación conjuntos e intercambios estudiantiles virtuales”, agregó.

Bothwell me citó el caso de la Asociación de Universidades de la Cuenca del Pacífico (APRU), una red de 55 universidades en Asia, Australia y América Latina que comenzó a organizar clases internacionales e intercambios estudiantiles virtuales después del brote del COVID-19.

El programa virtual de intercambio de la APRU permite a los estudiantes de las universidades participantes tomar cursos académicos y obtener títulos conjuntos “sin la necesidad de salir de casa”.

Mi conclusión es que, a menos que los países latinoamericanos comiencen a tomar medidas proactivas para evitar que la crisis actual produzca una debacle educativa a largo plazo, será cada vez más difícil para la región competir con Asia y otras partes del mundo emergente en la nueva economía global basada en el conocimiento.

Hay que prestarle atención a la crisis educativa provocada por la pandemia, porque podría tener un impacto gravísimo a largo plazo.

–Glosado y editado–

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