De viaje con un trastornado mental, por Raúl Castro
De viaje con un trastornado mental, por Raúl Castro
Redacción EC

Noche de sábado en el óvalo de Miraflores. Con argentinos bailando y ticos llorando, el parque Kennedy está lleno de gente y de tráfico. La congestión exalta a los conductores.

Es cuando el chofer de una cúster de transporte público decide que no puede esperar más: se sube a lo bestia a la vereda de la Av. Arequipa y acelera desquiciadamente para ganar a las otras unidades.

“Los transportistas están muy mal de la cabeza”, gruñimos, generalizando, los presentes, como en tantas otras veces cuando vemos salvajadas similares. Pues bien, un reciente estudio de la Universidad Cayetano Heredia revela que esta sospecha está bien fundada.

Gracias al blog Expresión Genética, de David Castro, disponible en elcomercio.pe, supimos que el informe alerta sobre los altos niveles de trastorno que sufren estos conductores del servicio público.  

Con una investigación realizada con 278 choferes de buses y 227 de mototaxis, de 25 empresas legales en San Juan de Miraflores y Carabayllo, los autores Paulo Ruiz-Grosso, Mariana Ramos, Frine Samalvides, Johann Vega-Dienstmaier y Hever Kruger concluyen que entre los desórdenes mentales por considerar está, sobre todo, el abuso de alcohol, presente en casi el 75% de ellos.

Otros trastornos que están por encima del promedio de la población son la depresión, la ansiedad y el llamado síndrome del burnout –fatiga y estrés intensivo–, caracterizado por cansancio emocional, reducido sentido del logro personal y un grado considerable de despersonalización (insensibilidad sobre uno mismo).

En suma, un peligroso cóctel de crisis afectiva mezclada con un desmesurado uso de sustancias tóxicas.

No hay diferencia significativa entre los conductores de buses y de mototaxis. La ansiedad, por ejemplo, situada en el 24% de estos transportistas, excede notoriamente el promedio limeño: 14,6%. Asimismo, los episodios de depresión están en el 13,7% de ellos, cuando la media en nuestra capital es del 6%.

La muestra de participantes en el estudio tiene en promedio 36 años, varones en el 96% de los casos, mayoritariamente con secundaria completa, una pareja y poco más de dos hijos. ¿Qué los afecta de un modo tan marcado?

El estudio pone de manifiesto que la competencia ilegal y la anarquía de un sistema de transporte fuera de control inciden en esta situación. Ello, más las condiciones adversas del trabajo (como el exceso de horas de trabajo por día, la saturación de unidades o el tráfico mismo), configura este duro cuadro que ahora más que nunca nos debe llamar a la acción.

A puertas de la reforma integral del transporte y con un pacto firmado por todos los grupos políticos para continuar con ella tras las próximas elecciones municipales, nos toca pensar ahora en la rehabilitación de esta población rodante. No estarán todos afectados, pero sí una consistente mayoría que si no es rescatada terminará atropellando toda una ruta de buenas intenciones.