(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).

La semana que se inicia va a ser muy importante para tomarle el pulso a los posibles desenlaces de está difícil crisis.

Y no lo digo por el diálogo entre y . El primero representa muy tenuemente a sus pares y los lidera menos. Su “” coloca en un distante cuarto lugar la discusión del pedido . Ello, más que una voluntad de llegar a acuerdos, constituye una versión más educada del “no tenga miedo a gobernar” (como si el actual pudiese atribuirse alguna iniciativa valiosa en esa línea en estos tres años).

Por su lado, el presidente ha ratificado enfáticamente que la única salida es el adelanto de elecciones y que eso no es negociable. Según su discurso, el Perú está dividido entre quienes quieren elecciones el 2020 y, por lo tanto, solo anhelan el bien del Perú, y por el otro lado, los que discrepan, a los que describe como la encarnación de los peores males que sufre la patria.

Más allá de si se produce o no esa reunión, creo que ahí no va a pasar nada significativo. Son otros los acontecimientos que definirán el curso.

Para empezar, si Fuerza Popular finalmente se pronuncia sobre el adelanto de elecciones. Hasta ahora, el tono de las declaraciones de voceros y referentes deja pocas dudas de hacia dónde van. Están la exigencia al mandatario para que renuncie, la amenaza de cárcel y, por ahí, el personaje con menos autoridad en demandar capacidad moral, exigiendo vacancia. En suma, la bifronte estrategia de dilación y desacreditación del presidente.

Aun así, las “pocas dudas” a las que aludí hay que escrutarlas. Si estas existen, estarían relacionadas a si no ha descartado por completo el 2020, como una mejor opción para ella. Todos los signos van en contra pero, hasta que lo confirmen, no hay que descartarlo por completo.

Entre tanto, el lunes arranca la semana con una por la huida de un peligroso delincuente, hace tiempo recapturado. Pero no importa, la interpelación, sabemos, no es en estos tiempos un ejercicio de la necesaria esgrima verbal de las democracias, sino de chavetear inmisericordemente al “rehén por un día”.

Ya calentado el ambiente, recibirán en la Comisión de Constitución al ministro Salvador del Solar y al convaleciente Zeballos, para una nueva sesión de serena reflexión sobre las propuestas. “Mamarracho anticonstitucional”, “prospecto de dictadura chavista”, “mediocres y cobardes” serán algunos de los tópicos que se pondrán sobre la mesa (el presidente ya ha visto esta película. Todo lo anterior, tenía que saber, ocurriría. Siendo así, ¿por qué quemó sus naves con una propuesta en la que se ponía en manos de estos previsibles actores?).

Quizás el jefe de Estado está realmente convencido de que basta con hacer “lo que le pide la gente”. Después de todo, está muy bien posicionado en las encuestas. En solitario hace activismo diariamente para acrecentar el apoyo popular a su propuesta. Con la excepción de los ministros Montenegro y Zeballos, su Gabinete actúa como si no pasara nada. Incluso da la impresión de que el presidente Vizcarra está cada vez menos acompañado, en tono y contenido, por su primer ministro.

¿Qué queda? Apelar a la calle. Y la calle, una vez desatada, puede ser muchas cosas.

En la versión soñada por el Gobierno, la calle serían cientos de miles de personas ocupando las avenidas y plazas más emblemáticas del país, con una sola bandera y un solo mensaje. Con manifestantes que ponen escarapelas rojas y blancas a los policías que cuidan el orden. Un hecho político tan grande obligaría, incluso a este Congreso, a rendirse ante la evidencia.

Pero también podría ocurrir otra cosa. A saber, que la gente no sea tanta y que muchas de las banderas ondeadas lleven mensajes muy indeseables. Con ello, la gente a la que apela el presidente podría alejarse y pronto las “barras bravas” de la política tomarían el control. Si no, veamos cómo en estos días, en el Valle de Tambo, un centenar de ‘espartanos’ (seguidores de Antauro Humala) juegan a dar en el blanco , siendo que este ‘blanco’ no es otro que la cabeza de los policías.

No habrá salida fácil con este Congreso y estas calles. Eso también debió haberlo evaluado el presidente el 28 de julio, antes de embarcarse en esta aventura.