“Volver al pasado”, por Pedro Canelo
“Volver al pasado”, por Pedro Canelo

Al doctor Brown de la película “Volver al futuro” deberíamos advertirle que su máquina del tiempo DeLorean –ese auto que teletransportaba hacia épocas remotas– no funcionaría en el Perú. Cualquier intento científico que quiera explorar el futuro en nuestro país se estrellaría con el círculo vicioso de una vida repetida, un ‘déjà vu’ irremediable, la eterna sensación de querer decirle “yala” a cada uno de nuestros días.

Marty McFly, aquel joven tan tímido como aventurero que viajó treinta años para cambiar su historia, se encontraría aquí en una repentina confusión al ver que los candidatos presidenciales en el Perú son los mismos desde hace más de veinte años. Siempre , siempre un , siempre y siempre una unificación apurada de la izquierda. El próximo abril del 2016 será otra oportunidad para comprobar que en el universo político somos un país sin futuro. Cada tiempo electoral es como si el auto DeLorean del ‘doc’ Brown hubiera tenido un desperfecto para quedarse en reversa y condenarnos a la imposibilidad del día después de mañana.

Menos mal que Michael J. Fox aterrizó en una localidad de California y no en el Centro de Lima. Aquí no hubiera reconocido el tiempo moderno porque hemos cambiado muy poco. Podríamos tararear la canción de las torres derrumbadas de los Nosequién y los Nosecuántos con el mismo vigor y protesta que hace dos décadas: “un terrorista, dos terroristas” (Peter Cárdenas Schulte liberado), “Alan García y su compañía” (candidato a la presidencia por cuarta vez), “y total corrupción hay en todos lados” (la destitución de la procuradora Príncipe). Y quizás a Fujimori.

Tu futuro fue ayer. Puede ser hasta un eslogan electoral. No es culpa del doctor Brown, tampoco del DeLorean plomo. Ellos no son responsables de que hayan pasado treinta años y tengamos los mismos líderes en los partidos políticos. Tampoco que hayan pasado treinta años y sigamos votando por el mal menor, depositando la cédula con los ojos cerrados como si el ánfora fuera a explotar al mínimo contacto con nuestros dedos. No es culpa de Marty McFly que hayan pasado treinta años y que sigamos sin ir a un Mundial.

Treinta años, la escala de tiempo en la cual puedes viajar en la genial cinta de Robert Zemeckis. Imaginemos, Perú: en el 2045 tendremos a los hijos de los candidatos presidenciales de hoy soñando con la instauración de un imperio familiar. También tendremos a un técnico de la selección peruana renunciando después de una indisciplina y de una majadería del periodismo deportivo ‘contestatario’. Seguirán viniendo los Hombres G, Vilma Palma e Vampiros y los Enanitos Verdes. Nada cambiará. Ojalá nada más que no se repita una inflación como la de Alan o el ‘fujishock’. Ese pasado nadie resistiría vivirlo otra vez. Que Dios nos ayude.