"La voz del país", por Mariella Balbi
"La voz del país", por Mariella Balbi
Mariella Balbi

No se llega a entender qué extraños circuitos internos movilizan el poder en los seres humanos. Constatamos que los transforma y/o trastorna, que no es lo mismo pero, a la larga, es igual. La consecuencia es inevitable: cualquier crítica frente a una actuación fuera de lugar del político(a) genera una autodefensa inútil y por ende una negación de la realidad.

La leal y carismática ministra Ana Jara sostuvo sin ambages que el Perú no estaba preparado para el carisma y la performance de una primera dama como Nadine Heredia. Sin embargo a esta novel política el país, de manera unánime, le ha dicho a través de encuestas y opiniones varias que su excesivo protagonismo no es aceptado por la población.

Adicionalmente el Perú le expresa que opaca a su marido, quien preside la Nación y al que la mayoría de votantes eligió. Tal vez Heredia, en su ilusión por el poder, piensa que fue un factor igual de importante que su esposo para el triunfo. Lamentablemente para ella, en un sistema democrático la elección no incluye al cónyuge.

La opinión pública también ve en ella una ambición excesiva por detentar el poder. Pero la señora Heredia se enfada, se siente víctima, vive un machismo hacia su persona cuando en el Perú este –que es enorme– está minimizado en el caso de los cargos públicos.

Pero eso que vemos todos –y lo hacemos porque hemos aprendido de los gobiernos de Fujimori, de Paniagua, de Toledo y de García–, la señora Heredia y sus adulones no lo observan. Inexplicable pero real y dicho con sus propias palabras en la impactante entrevista de la revista “Cosas”.

También tenemos los testimonios de los ex primeros ministros que cuentan, con una alta dosis de autocensura, la injerencia de Heredia en el gobierno: interviene en el nombramiento y permanencia de los ministros, decide sobre acciones de gobierno, mantiene a funcionarios como Dacia Escalante en el puesto y marca la línea política del régimen.

Cuando vemos tal despliegue de poder, flota en el ambiente una pregunta: ¿por qué no postuló ella? Al parecer creyó que tomaba la posta de su marido y que podía decidir esto como algo personal, sin compulsar al país, ni pensar en las maneras democráticas que todos debemos respetar.

Ahora Heredia mantiene animadversión política hacia César Villanueva; al actual primer ministro parece no pasarlo. Pero su ‘bete noir’ (lo que detesta) es Alan García. La megacomisión busca inhabilitarlo no tanto para la función pública, sino para que no pueda postular en el 2016, cuando bastaría no votar por García.

Este gobierno ha errado al fomentar el ‘nuevo antiaprismo’. Una gran torpeza política porque olvida que el Apra ya pasó por esto y es el tatarabuelo del nacionalismo en la escena pública. Y por lo expresado en la entrevista, la señora Heredia parece creer firmemente que sacar a García de carrera es el propósito fundamental del régimen.

Cosa curiosa, Heredia parece aceptar que la megacomisión no puede acusar a García cuando dice que al final sacará su recurso “ para quedar limpio de polvo y paja”.