(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Patricia Castro Obando

Cuando Deng Xiaoping lanzó en los ochenta su famosa frase: “No importa el color del gato mientras que cace ratones” abrió las puertas al más grande proceso de reforma y apertura de China. Pero también a los insectos, como lo advirtió oportunamente. “Si abrimos la ventana, junto al aire fresco entrarán las moscas”, sentenció. Así empezó la leyenda china de una banda que tiene secuestrados a los míticos doce animales del horóscopo chino.

Al grito de Deng Xiaoping: “¡Enriquecerse es glorioso!”, las moscas se apoderaron del sistema. Tres décadas y unos años después, Xi Jinping está decidido a “aplastar moscas, atrapar tigres y cazar zorros”, una consigna que define la política interna de su gobierno. Se trata de la mayor campaña anticorrupción que ha emprendido el Partido Comunista de China desde su fundación. Moscas, tigres y zorros están socavando la formación.

La fauna fue descrita por el presidente chino en una reunión plenaria del Comité Central de Inspección Disciplinaria del partido a inicios del 2013, poco después de asumir su primer mandato. Xi apuntó a los funcionarios corruptos en todos los niveles: las moscas ocupan puestos pequeños o alejados, los tigres ostentan altos cargos y los zorros han huido con el botín al extranjero.

Si bien el objetivo principal de la campaña es limpiar la imagen tan deteriorada del partido que sufre de corrupción endémica, los analistas sostienen que Xi Jinping también ha desatado una purga política para eliminar a sus potenciales adversarios y remplazarlos por funcionarios leales. Tampoco admite competencia: activistas y periodistas que han denunciado casos de corrupción o exigen transparencia financiera a los dirigentes fueron reprimidos y hasta encarcelados.

Según las estadísticas oficiales, desde que Xi tomó el poder alrededor de 1,34 millones de funcionarios –entre moscas, tigres y zorros– han sido sancionados por corrupción y actividades ilegales, lo que apenas representa un 1,5% de los 89’450.000 afiliados al partido. Pero a diferencia de campañas anteriores, esta vez 240 funcionarios de primer nivel recibieron castigos.

Hasta el momento, dos poderosos tigres entre rejas son Ling Jihua, jefe del Gabinete, y Zhou Yongkang, ministro de Seguridad Pública, que ejercieron sus cargos durante el mandato de Hu Jintao, predecesor de Xi. En ambos casos, los detonantes fueron sus hijos, Ling Gu y Zhou Bin, respectivamente, considerados “guanerdai”, un término que define a los herederos de los políticos que se enriquecieron.

El hijo único de Ling estrelló su Ferrari una madrugada por exceso de alcohol y murió en la escena acompañado de dos mujeres semidesnudas, mientras que el primogénito de Zhou fue arrestado por negociar ilegalmente con empresas estatales haciendo uso de conexiones familiares. Para la opinión pública era evidente la corrupción en la que estaban envueltos los padres y el gobierno aprovechó esta situación para asestar el golpe final.

Más allá de sus fronteras, China ha desplegado la operación internacional “cacería de zorros” a partir de tratados de extradición firmados con diversos gobiernos. Hasta el 31 de marzo del 2017, se ha capturado a 2.873 prófugos –40 con notificaciones rojas de Interpol– en 90 países y regiones, aunque solo se recuperaron 130 millones de dólares. Los tres destinos preferidos de los zorros son Estados Unidos, Canadá y Australia.

Se dice que los zorros buscan guaridas en frágiles sistemas judiciales. En el 2016 y después de ocho años de negociaciones con el Perú, China consiguió extraditar a Huang Haiyong, acusado de evadir 104,7 millones de dólares en impuestos. En julio de este año, la Corte Suprema de Justicia del Perú dispuso la extradición de Wu Xiaoliang, requerido por apropiarse de 500 millones de dólares del Banco de Ningbo, una medida que estaba siendo obstaculizada desde el interior del poder judicial peruano.

A la fauna de moscas, tigres y zorros se suman las laboriosas hormigas. Este animal representa a los ciudadanos chinos que cargan dinero a cuestas durante sus viajes para depositarlo en el exterior. Otro animal censurado en China es el osito Winnie the Pooh, pero su único delito es el parecido físico que según los internautas, mantiene con el mandatario chino.