"Como ha señalado Moody’s, nuestro buen desempeño fiscal en las últimas décadas nos está protegiendo, por el momento, de una nueva rebaja de la calificación" (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
"Como ha señalado Moody’s, nuestro buen desempeño fiscal en las últimas décadas nos está protegiendo, por el momento, de una nueva rebaja de la calificación" (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
/ Víctor Aguilar Rúa
Alejandra Costa

La economía es un terreno fértil para las profecías autocumplidas. Si una gran parte de los agentes económicos cree que algo malo podría pasar, es posible que, directa o indirectamente, contribuya a que ese miedo se vuelva realidad. Y viceversa. Cuando hay optimismo, se invierte más, se gasta más y se mueven las ruedas de la economía.

Las expectativas, pues, importan. ¿Pero cómo están los ánimos en el sector privado? A juzgar por la última Encuesta de Expectativas Macroeconómicas del Banco Central de Reserva (BCR), bastante bajos. La última edición de este sondeo, que se realizó a fines de agosto a las empresas que operan en el Perú, es la primera que refleja a cabalidad el efecto de las decisiones y anuncios del gobierno de en el empresariado.

El reporte muestra que el pesimismo sobre el futuro de la peruana en los próximos tres meses es el más pronunciado desde junio del 2020. Si la pregunta es cómo esperan que le vaya a la economía en los próximos 12 meses, la desesperanza es la más alta desde mayo del año pasado.

Similar fenómeno sucede cuando el BCR les consulta qué pasará con sus inversiones en el futuro. En los próximos tres meses, los empresarios se sienten con un desánimo similar al de hace un año y, sobre el próximo, con un fatalismo similar al de junio del 2020.

Lo más probable es que ese pesimismo se intensifique con un anuncio que era más o menos esperado, pero no por eso menos alarmante: la rebaja de la calificación crediticia del Perú por parte de por primera vez en 20 años.

Esta decisión, que manda una señal clarísima respecto de que nuestro país se percibe hoy como menos confiable, no solo hará más caro financiar a través de bonos soberanos los gastos e inversiones del Estado Peruano, sino que también podría ahuyentar a las inversiones extranjeras, encarecer el financiamiento para las empresas peruanas y, por lo tanto, golpear la inversión privada y dificultar la creación de empleo. En resumen, puede hacer aun más difícil la recuperación económica, lo que podría llevar, a su vez, a mayores rebajas de nuestra calificación crediticia.

Es importante mirar los argumentos con los que Moody’s defiende haber tomado esta decisión pese a nuestra relativa fortaleza fiscal: la debilidad de nuestras instituciones tras la polarización política de los últimos años y la incapacidad del gobierno de Pedro Castillo para generar un ambiente de confianza que incentive la inversión privada.

En otras palabras, ninguna fuerza política en el país se salva de haber jugado un rol en este deterioro. Y en ese sentido, todas están llamadas a enmendar el rumbo, especialmente el Gobierno, que debería ser el más alarmado con la rebaja de la calificación.

Sin embargo, siempre queda el camino de minimizar su gravedad, como ha intentado hacer el ministro de Economía, o buscar culpables en el bando contrario, como ya están haciendo muchos.

Ahora lo que se requiere es que todos exijamos que las fuerzas políticas trabajen para reducir esa polarización que nos distrae de las políticas y reformas que se necesitan en el país y que se llegue a consensos que generen un escenario de confianza y de optimismo. Esto permitirá que la economía crezca, que las empresas contraten a más personas y que más peruanos salgan de la pobreza.

Y el otro gran consenso que necesitamos es el de defender el buen manejo macroeconómico, con directores capaces en el BCR, y un MEF responsable. Como ha señalado Moody’s, nuestro buen desempeño fiscal en las últimas décadas nos está protegiendo, por el momento, de una nueva rebaja de la calificación. Tomemos esto como un recordatorio de que lo construido en décadas se puede perder rápidamente. No reaccionemos demasiado tarde.