Yohny Lescano apoya con reservas la no reelección de congresistas. (Foto: USI)
Yohny Lescano apoya con reservas la no reelección de congresistas. (Foto: USI)
Federico Salazar

Muchas veces la defensa delata al autor del delito. “No robé, para qué iba a hacerlo, si ya tengo mucho dinero” es ejemplo de una defensa sospechosa.

Parecida ha sido una de las respuestas que ensaya , congresista de Acción Popular. Ha sido acusado de cometer el delito de acoso sexual. Una de las cosas que ha dicho, en efecto, apunta a su falta de necesidad de acosar.

“Yo no necesito acosar a nadie, porque tengo esposa e hijos”. ¿De dónde viene la suposición de que un acosador no acosa si tiene esposa e hijos?

Si eso fuera cierto, las cárceles las ocuparían solo los solteros sin hijos. Si eso fuera cierto, el remedio para el delito de acoso sería el matrimonio, no la cárcel.

Es muy claro que esa no puede ser una defensa. ¿Por qué la utilizó el congresista Lescano? Quizá quiso decir “no se debe acosar si se tiene esposa e hijos”. En todo caso, es una defensa que, en vez de quitar, añade a la sospecha.

“Yo creo que aquí nos están atacando, ahí están Fuerza Popular y el Apra…”, ha sostenido, también, el señalado. De su celular salen unos mensajes de clara agresión erótica. ¿Y culpa a Fuerza Popular y el Apra?

Otra de sus defensas es que él no usó su celular, sino que fue su personal de seguridad. Los policías ya descartaron que hubieran tenido acceso al WhatsApp del congresista.

El congresista, además, se apoya en una supuesta amistad cordial con la periodista acosada, “como se podrá comprobar por los mensajes posteriores al chat difundido”.

La respuesta inmediata al mensaje acosador dice: “Me está faltando el respeto”. Más aún, en una carta manuscrita, la víctima declara: “Por muchas razones callé, pero tengo contenida tanta rabia que se piense que se puede tratar así a una mujer”.

Lescano ha querido defenderse, adicionalmente, hablando de su posición. “Soy un congresista con una trayectoria limpia, de 17 años de trabajo en el y de conducta impecable”, dijo en un comunicado en Twitter.

¿No se dan cuenta los congresistas que decir “congresista” es, en realidad, ya, una mala palabra? Congresistas también son Moisés Mamani, , Benicio Ríos, Yesenia Ponce, Edwin Donayre, Luis López Vilela, para solo mencionar a algunos del actual Congreso.

Por otro lado, decir “soy inocente porque soy congresista” es ridículo. “Soy inocente porque tengo siete años en este inmaculado Congreso”, obviamente, no funciona como defensa, ni siquiera como falacia.

A esta argumentación (que no es argumento) también recurrió Héctor Becerril, acusado de recibir coimas e integrar una organización criminal. “No soy un delincuente, tengo siete años en el Congreso”, dijo, literalmente, el acusado.

El poder lleva a distorsiones de la personalidad. A veces, también, las personalidades distorsionadas buscan el poder para expandirse.

Becerril y Lescano son parecidos. Su poder y su exceso de poder provienen de los personajes que construyeron. Son personajes de denuncia, de ataque, paladines de causas populistas.

Detrás del paladín, busquemos el abuso.

Las imputaciones no son por delitos iguales. Tampoco es la misma procedencia partidaria, ni política. Ello alecciona sobre los excesos del poder: proviene del poder mismo, venga de donde venga.

Yohny Lescano tendrá que enfrentar a la Comisión de Ética. Si su defensa sigue la línea desvariada, estólida, falsa y falaz que vienen mostrando hasta ahora sus argumentaciones, tendrá que ser desaforado y juzgado.

Comete acoso sexual el que “busca establecer contacto o cercanía con una persona, sin el consentimiento de esta, para llevar a cabo actos de connotación sexual” (C. Penal, 176-B). Lo mismo, si se hace por cualquier tecnología de la comunicación.

El delito fue cometido. Debe determinarse la autoría. Si se demuestra responsabilidad, Lescano recibiría una pena de entre tres y cinco años, y una vergüenza que lo perseguirá varios lustros.

Como toda entidad que concentra poder, y poder sin vigilancia, el Congreso favorece el exceso, la inmoralidad y, a veces, el delito.

Deberíamos revisar el historial de cada congresista. Y empezar, poco a poco, y sin prejuicios partidarios, una operación de lo que antes se llamaba baja policía.