(Foto: Flickr Ministerio Público).
(Foto: Flickr Ministerio Público).
Editorial El Comercio

En más de una ocasión, en los últimos días hemos remarcado la importancia de que una reforma integral del sistema de justicia –que vaya acorde a lo que la coyuntura demanda– requiere de cabezas asépticas y sin cuestionamientos de ningún tipo para que luzca creíble. En esa línea, han sido positivas las renuncias tanto de Salvador Heresi al Ministerio de Justicia, primero, como de Duberlí Rodríguez a la presidencia del Poder Judicial, días más tarde. Pues, a pesar de que a ninguno de los dos se les puede endilgar actitudes ilícitas en los audios dados a conocer por IDL-Reporteros y “Panorama”, su permanencia en los cargos que ostentaban hasta hace poco empañaba un proceso que necesita la mayor dosis de credibilidad.

Pues bien, lo dicho viene a cuento a propósito de la juramentación del ahora flamante fiscal de la Nación, , realizada en la mañana de ayer. Como se sabe, la gestión de este ha nacido enturbiada por un audio difundido en la noche del jueves en el que se escucha al ahora titular del (MP) departiendo amistosamente con el cuestionado juez supremo . En el audio, Hinostroza –luego de un prólogo donde ambos se dispendian palabras como “hermano” y “Gonzalito”– le pide ayuda a Chávarry con una documentación a fin de posibilitar un viaje al extranjero.

Y si bien es cierto el audio en cuestión no necesariamente exhibe un acto ilícito (como el propio Chávarry ha apuntado), sí preocupa, tanto por el tono y la cordialidad amical entre los interlocutores como por la reacción que el titular del MP ha tenido una vez conocido el destape.

Sobre lo primero, llama la atención el inusitado nivel de coordinación que parece existir entre un entonces fiscal supremo y un juez supremo, más allá de la coincidencia de ambos en la dirección de la Academia de la Magistratura, al punto de llegar a pedirse favores. Toda vez que una dinámica así va en contra de la independencia que, en teoría, debiera regir entre dos poderes cuyas labores, respectivamente, consisten en denunciar y condenar en los procesos judiciales (tareas que, por su contraposición, debieran mantenerse aisladas).

Sobre lo segundo, porque la actitud del fiscal Chávarry una vez conocido el audio ha sido mucho más elocuente que la conversación revelada. Antenoche, por ejemplo, entrevistado en un canal local, el titular del MP esgrimió una estrategia de defensa en la que, a la par que destacaba la inexistencia de irregularidades en el audio, señalaba que “pareciera que hay un ánimo de desdibujar la imagen del fiscal de la Nación”, y anunciaba una investigación para conocer “por qué se tiene que filtrar ese tipo de información” (dichos que luego matizó dando a entender que no estaría en contra de la filtración si esta revelaba actos de corrupción de los magistrados, como claramente ha hecho).

Un intento por suavizar el impacto de la publicación amparándose en factores secundarios, como la pertinencia de que se publicara un día antes de que jurara o la condición ‘filtrada’ del audio. Actitud que, dicho sea de paso, recuerda el proceder de otro fiscal supremo cuya voz aparece en los mentados audios, Víctor Raúl Rodríguez, y que ordenó a “Panorama” y a IDL-Reporteros revelar sus fuentes y entregar todo el material audible, so pena de denunciarlos por desacato a la autoridad.

El fiscal Chávarry, entonces, no ha tenido el buen tino para dimitir de su cargo y, con su renuencia a dar un paso al costado, ha terminado colocándose por encima de la fiscalía. Es decir, ha apostado por salvaguardar su puesto, ignorando que son las instituciones las que deben estar siempre por encima de las personas.

Algo que se remarca con la votación de ayer en la junta de fiscales que lo ratificó. Pues dada la coyuntura, lo esperable hubiera sido que el propio Chávarry se abstuviera de participar en la deliberación, y no que utilizara su voto para inclinar un empate (como hizo). Parece que el orgullo del fiscal Chávarry al conservar su investidura ha valido más que el perjuicio que todo este desaguisado podría acarrearle a la fiscalía.

De cualquier manera, ahora que el nuevo fiscal empieza su gestión con esta gran deuda, urge que demuestre su capacidad a través de acciones rápidas en el corto plazo, como investigar incluso a quienes votaron a su favor para que fuera elegido o empezar a trabajar en aquellos casos emblemáticos de corrupción que siguen a la espera de ser resueltos.