La Guardia Nacional arrojó gases lacrimógenos contra cientos de personas que intentaban bloquear una autopista en proximidades de la base aérea La Carlota, donde un grupo de militares se sublevó contra Nicolás Maduro. (AFP).
La Guardia Nacional arrojó gases lacrimógenos contra cientos de personas que intentaban bloquear una autopista en proximidades de la base aérea La Carlota, donde un grupo de militares se sublevó contra Nicolás Maduro. (AFP).
Editorial El Comercio

El martes, en la víspera de la marcha que se desarrolló ayer en el país llanero, el presidente encargado de lideró un discreto, pero importante, levantamiento militar contra el dictador . Aunque el esfuerzo no devino en el derrocamiento del régimen, sí resultó en la liberación de Leopoldo López (mantenido en arresto domiciliario por el gobierno ilegítimo) y sirvió para reavivar los ánimos de una causa que, desde enero (cuando Guaidó juró como presidente encargado), no había hecho grandes avances.

Si bien el levantamiento demostró que Guaidó aún no amasa el apoyo militar suficiente para traer abajo a la dictadura, sí fue una muestra meridiana de que el presidente encargado está dispuesto a mantenerse firme en su lucha por la y con él una cantidad considerable de sus conciudadanos. Si a eso le sumamos el apoyo de buena parte de la comunidad internacional (ratificado a propósito de la coyuntura) por la causa opositora en Venezuela, es claro que estamos ante una situación inusitada en todos los años de tiranía chavista.

Lo ocurrido esta semana, además, ha servido para exponer al régimen de Maduro como uno que ha empezado a caerse por su propio peso. Una muestra de ello es lo que señaló el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, quien reveló que tres funcionarios de la dictadura (Vladimir Padrino, ministro de Defensa; Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia; e Iván Rafael Hernández, comandante de la Guardia de Honor Presidencial) negociaron con EE.UU. la salida de Maduro. Y si bien esta negociación no mostró resultados en los últimos días, es una clara señal de que algunos chavistas ven próximo el fin de su líder.

Esto último también se hace evidente cuando se ve cómo el régimen ha aumentado la violencia contra los que protestan contra él; recordemos, si no, la terrible imagen del martes de una tanqueta militar atropellando a un grupo de manifestantes. Es común que las dictaduras, cuando se sienten particularmente acorraladas, extremen sus métodos de represión.

Frente a este panorama, que no deja de estar empapado de dificultades para la oposición que lidera el presidente encargado Juan Guaidó, el Perú debe continuar apoyando a quienes luchan contra la dictadura en el país llanero. Esto, sobre todo, porque el camino por restablecer la democracia en Venezuela ha dejado de ser meramente una vital meta política para convertirse en una cuestión de supervivencia para una nación sumida en una crisis humanitaria.

Como hemos comentado antes desde esta página, la situación en el país caribeño es crítica. El hambre, por ejemplo, hizo que el 64,3% de la población pierda en promedio 11 kilos en el 2017. A esto se suma la falta de medicamentos y la caída en la calidad de los servicios de salud, que ha hecho que tenga la tasa de mortalidad materna e infantil más alta de la región. Dichas circunstancias, así como los atentados contra la libertad propios de las dictaduras, han hecho que desde el 2014 más de 3 millones de personas hayan abandonado el país para buscar mejores condiciones de vida. Y mientras Maduro siga en el poder, va a ser complicado que puedan volver a encontrar estas en casa.

Queda claro que el camino venezolano hacia la democracia está cargado de retos tan formidables como las tragedias que el régimen ha regado sobre su pueblo. Pero recorrer ese camino es una necesidad que Juan Guaidó y sus compañeros hacen bien en reconocer. Lo sucedido esta semana difícilmente puede ser juzgado como un éxito, pero tampoco puede ser definido como una derrota. Ha sido, más bien, un paso más en la larga marcha hacia el ocaso de la dictadura.