Editorial: No soy yo, eres tú
Editorial: No soy yo, eres tú

Entre otras cosas, la contienda electoral sirve para medir el pulso emocional de los candidatos. Las respuestas ante situaciones adversas reflejan aspectos de la personalidad bastante relevantes. Mesura, autocrítica y, sobre todo, capacidad de enmienda y reacción no son atributos banales en quien aspira a gobernar un país. 

En ese sentido, las encuestas –y su dramática evolución– son un método efectivo para medir ese pulso, pues suelen sacar de quicio a los candidatos más irascibles. Muchos pierden la serenidad y no tienen, cuando menos, preparada una respuesta a los medios de comunicación frente a una eventual baja de las preferencias.

Hace unos días, Alan García, dos veces mandatario de la nación, no solo padeció la ausencia de un discurso elaborado sobre su baja en los sondeos (de 8% a 5%), sino que recurrió al escape facilista de culpar a la “guerra psicológica de las encuestas” y, en particular, a este Diario. 

Ante la pregunta de si renunciaría debido a esos resultados, formulada por un reportero de Canal N, en lugar de responder directamente, el candidato de Alianza Popular se refirió a los medios de comunicación: “Es el Grupo El Comercio, pues. No nos equivoquemos. Están manipulando las cosas”. 

El ex presidente, sin embargo, no ha sido el único candidato virulento contra las encuestadoras y los medios. Hace unas semanas, por ejemplo, Vladimir Cerrón, de Perú Libertario –quien no logra despegar del rubro ‘otros’ en los sondeos–, afirmó: “Está claro que los grupos de poder se están esmerando en mantener al llamado elenco estable en los primeros lugares”.

Lo cierto es que cuando los sondeos son favorables, la satisfacción aparece y “refleja lo que se siente en las calles” para Verónika Mendoza (con 4% de preferencias, según Ipsos), quien ya no acusa a las encuestas de ser “pagadas”, como cuando la mostraban con 1% meses atrás. 

En cambio, cuando los resultados son desfavorables, lo mejor es minimizarlos, restar su alcance, pues “no llegan a los rincones” a los que dice llegar el ex presidente Alejandro Toledo; o, por último, recordar que “la verdadera encuesta es la del 10 de abril”, un recurso utilizado desde Alfredo Barnechea hasta por César Acuña.

Tienen un punto, no obstante, algunos postulantes cuando afirman que las encuestas deben tomarse como indicadores de validez relativa y momentánea. En el Perú las preferencias varían, incluso el mismo día de las elecciones. 

Los sondeos, finalmente, se basan en preguntas sobre la intención de voto. Esta, sin embargo, es diferente a una decisión. Uno puede tener el deseo de comprar una gaseosa, pero al momento mismo del pago cambiar de idea y decidir beber agua.

Las encuestas nunca han pretendido vender algo distinto a este pulso gruesamente indicativo. Más bien, los candidatos deberían aprovechar sus resultados para tomar decisiones de campaña y estrategias, y revisar sus actuaciones. Molestarse con el mensajero que trae la noticia es señal de ofuscación y de cierto alejamiento con respecto al público. 

El electorado es sumamente heterogéneo. Cualquier candidato se equivoca si piensa que lo que le dijeron en la calle o en el mercado es lo que piensa, siente o dice la población a escala nacional. A estas alturas del siglo XXI, podemos exigir a nuestros postulantes un mayor conocimiento del proceso de los sondeos, de sus técnicas y de la validez de la proyección que se hace sobre una muestra. 

Asimismo, también podemos demandarles mayor responsabilidad cuando intentan tapar el sol con acusaciones de manipulación, pues dañan la democracia como expresión de la voluntad popular y la confianza de la población en ella. 

Cuando un candidato que tiene un mal resultado señala que es porque quieren eliminarlo a “encuestazos”, está descalificando la intención de voto de la mayoría de peruanos. No es una buena estrategia para persuadir y convocar a los electores. 

Los medios de comunicación tenemos la obligación de publicar las noticias que puedan ser relevantes para la población. No hay en eso ni “mano negra” ni “manipulación”. Hay, simplemente, la búsqueda independiente de la información que consideramos de interés para nuestro público. Aunque esto duela y moleste a un candidato u otro.