(Foto: Presidencia Perú)
(Foto: Presidencia Perú)
Editorial El Comercio

El jueves, el presidente informó que se impondrá un nuevo requisito para los migrantes (comunidad que alcanza ya los 800.000 en el país) que busquen ingresar al territorio nacional.

“A partir de la próxima semana […] solamente podrán ingresar a nuestro país los venezolanos con pasaporte y con [...] la ‘visa humanitaria’ correspondiente, la cual será expedida allá, en Venezuela, en los consulados del ”, anunció el mandatario.

En honor a la verdad, resulta difícil –a primera lectura– discutir con el presidente. Después de todo, ¿quién podría oponerse a que los migrantes que llegan a nuestro país lo hagan de manera regular y ordenada, y que, además, el Gobierno tome las previsiones para resguardar el orden interno? Más aun, considerando que dicha ‘visa humanitaria’ se expedirá gratuitamente y que su trámite no requerirá de un pasaporte vigente –dada la dificultad que afrontan los venezolanos para conseguir este documento en su país de origen–.

No obstante lo anterior, creemos que existen aspectos cuestionables en el anuncio presidencial. El primero versa sobre las razones que, según Vizcarra, sustentan la medida. “Tenemos que tomar las acciones para mejorar y garantizar la seguridad de los ciudadanos en el Perú”, explicó. Este argumento es, cuando menos, precario. Si un extranjero quiebra la ley peruana debe ser sancionado por ello –independientemente de su origen–. Argüir motivos de seguridad para instaurar una medida contra un grupo de nacionales que escapan de una dictadura sanguinaria, equivale a someterlos a una suerte de ‘juicio preventivo’, una premisa que contiene reminiscencias funestas a las ideologías más xenófobas que tanto daño han hecho a la humanidad. Las sanciones por crímenes siempre deben ser individuales, y no pueden extenderse, por ‘default’, a un colectivo.

Igualmente preocupante es que Vizcarra diera su anuncio durante la expulsión de un grupo de extranjeros con antecedentes penales que habían ingresado al país con documentos falsos. Si tomamos en cuenta que la presencia de un jefe del Estado en estos actos es inédita, solo queda pensar que lo hizo para ganar los aplausos de un sector de la ciudadanía. Algo que luce, en realidad, muy poco humanitario.