El presidente Martín Vizcarra llega al Congreso para sustentar su defensa ante el pleno en el debate de la primera moción de vacancia en su contra, el pasado 18 de setiembre. (Foto: Congreso).
El presidente Martín Vizcarra llega al Congreso para sustentar su defensa ante el pleno en el debate de la primera moción de vacancia en su contra, el pasado 18 de setiembre. (Foto: Congreso).
/ Cesar Cox Beuzeville
Editorial El Comercio

Ayer, un grupo de 60 congresistas ha vuelto a abrir la puerta, teóricamente por lo menos, a la posibilidad de una , al aprobar que la moción sobre el particular se admita a debate.

Como se recuerda, menos de dos meses atrás, una moción similar siguió ese trámite para que, finalmente, su propósito : de los 87 votos que necesitaba para ser aprobada, la moción solo consiguió 32. Pues bien, habida cuenta de los anuncios de algunos grupos parlamentarios sobre esta nueva iniciativa, todo indica que en la presente ocasión el resultado será el mismo.

En sintonía con lo que, según sugieren las encuestas, parece pensar , esas bancadas han considerado que ir adelante con este empeño es absurdo, toda vez que la investigación a la que se someterá al presidente Vizcarra por las razones que generan las dudas sobre su eventual “incapacidad moral permanente” –los testimonios de cuatro aspirantes a colaboradores eficaces sobre que habría recibido cuando era gobernador regional de Moquegua– están todavía en una etapa inicial como para saltar a conclusiones y estresar la marcha institucional del país en los momentos apremiados que vivimos.

Esto, por supuesto, está lejos de suponer la apertura de una brecha para que el jefe del Estado pueda evadir la acción de la justicia. Constituye solo una postergación de cualquier acusación formal hasta que termine su mandato.

La pregunta, entonces, es por qué, a sabiendas de que no tienen los votos para aprobar finalmente la vacancia y que el Ministerio Público estará esperando la finalización del período presidencial para redondear el proceso que tiene entre manos, los 60 congresistas insistieron ayer obcecadamente en el afán de repetir el ritual inconducente de la vacancia.

¿Para ajustar cuentas con el Ejecutivo por alguna confrontación anterior? ¿Por sed de notoriedad? ¿Para lucir implacables ante el electorado que acudirá a las urnas en menos de seis meses? Ninguno de esos trigos parece limpio y, sin embargo, alguno de ellos los ha llevado de regreso al lugar que dejaron el 18 de setiembre pasado.