Editorial: 175 años después
Editorial: 175 años después
Redacción EC

El Comercio cumple hoy 175 años. Casi tantos como los que tiene el Perú como República.

Esto quiere decir que cuando nació caminaban todavía tapadas por las calles de Lima, solo podía votar una minoría de los adultos peruanos, seguía cobrándose el tributo indígena, había esclavos en las haciendas y casas, y el país se conectaba únicamente a lomo de animales, usando la tracción de estos, o en barco (que son, de hecho, las maneras como durante décadas se distribuirían nuestros ejemplares).  Es más, estaba tan vivo el sabor de la Colonia cuando salió nuestro primer número a la luz, que un año antes había tenido lugar en el Callao una batalla naval en la que participó una flota de corsarios.

175 años después, ya bien entrado el siglo XXI, El Comercio sigue siendo el diario de referencia en un país en el que su principal medio de distribución es, en lugar de un cuadrúpedo, una “nube” electrónica (si consideramos que casi un millón de personas leen nuestras notas electrónicamente todos los días) y en donde hace décadas no se discute el derecho al voto de todos los ciudadanos ni el derecho a una igual ciudadanía para todos los peruanos.

Aun nuestros adversarios más apasionados no podrán negar que hay un mérito detrás de esta permanencia. Para decirlo parafraseando al Eclesiastés, generaciones han ido y venido, mientras El Comercio ha seguido acá. Más específicamente, generaciones han nacido viendo a sus padres leer El Comercio, leyéndolo luego ellas mismas mientras crecían e iban “pasando”, y dejando tras de sí a hijos que a su vez lo leerían. Y así sucesivamente, a lo largo de casi dos siglos.

¿Qué es lo que ha posibilitado esta permanencia más allá de los cambios de épocas y mentalidades, de tecnologías y costumbres, en tiempos de paz y de guerra, de recesión y de crecimiento, de autoritarismos (cuando ellos no nos han clausurado o intervenido) y de democracias?

Ciertamente, no ha sido una inmunidad al error. Pero sí ha sido la existencia de un espíritu de compromiso con la independencia, con  la búsqueda de la verdad y con el país. Un espíritu que ha marcado como una columna vertebral la larga historia de El Comercio y que ha posibilitado que, más allá de todas las equivocaciones antiguas o recientes que hayamos podido tener, el balance de nuestro quehacer haya terminado colocándonos una y otra vez como el principal diario de referencia del país. Creemos que este es el espíritu al que se refería nuestro ex director Aurelio Miró Quesada cuando escribía: “La hoja de un periódico no está hecha solamente con papel y con tinta”.

De este espíritu han provenido todas las campañas de información y opinión históricas de El Comercio, que van desde aquellas con las que luchamos por la abolición de la esclavitud y del antes mencionado tributo indígena en el siglo XIX, hasta esas otras con las que en el siglo XXI hemos expuesto, por ejemplo, a varios de los más importantes narcotraficantes del país o al flagelo de la minería ilegal. De ese espíritu también es de donde viene nuestra independencia frente a los diferentes gobiernos, provengan de donde provengan. Una independencia que nos ha valido nuestras tres clausuras e incontables presiones y agresiones; pero que, al mismo tiempo, nos ha permitido servir a nuestros lectores –y, nosotros creemos, al país– con varias revelaciones y denuncias políticas cruciales que de otra forma no se hubieran producido.

Así, por solo citar los ejemplos de los últimos gobiernos, fuimos independientes del gobierno de Fujimori, cuya fábrica de firmas con miras a la re-reelección del 2000 descubrimos y pusimos en evidencia; fuimos independientes del gobierno de Toledo, a uno de cuyos principales asesores denunciamos por un presunto soborno por parte de una empresa, que era socia de El Comercio; fuimos independientes frente al gobierno de García, lo que posibilitó que (pese a que pocos lo recuerden) profundizamos y ampliamos de manera importante la más seria denuncia que recibió su gestión (el caso de los ‘petroaudios’); y somos, finalmente, independientes frente a este gobierno, cuyo mayor escándalo a la fecha (el Caso López Meneses) fue expuesto por primera vez en este Diario.

No es el orgullo, sin embargo, lo que predomina en nosotros cuando celebramos estos 175 años. Es el agradecimiento y el compromiso. Somos muy conscientes de que cualquier influencia que podamos tener la debemos a quienes día a día deciden dar crédito a lo que informamos y opinamos. Después de todo, somos un diario viejo que, sin embargo, cada mañana es nuevo y que, por tanto, cada día renueva –o no– la confianza de sus lectores. A esta confianza debemos, pues, lo que hemos sido en toda nuestra larga historia y lo que somos aún hoy, y de ella nace nuestro agradecido compromiso. Nuestro compromiso, esto es, de continuar poniendo lo mejor de nosotros para seguirla mereciendo por muchos años más, cada día de nuevo.