Ayer, el nuevo vocero titular de Fuerza Popular, Daniel Salaverry, anunció que dicho grupo parlamentario postulará a Luis Galarreta y Mario Mantilla (ambos en la foto) para ocupar la Presidencia y Primera Vicepresidencia de la Mesa Directiva, respectivamente. (Foto: Lino Chipana/El Comercio).
Ayer, el nuevo vocero titular de Fuerza Popular, Daniel Salaverry, anunció que dicho grupo parlamentario postulará a Luis Galarreta y Mario Mantilla (ambos en la foto) para ocupar la Presidencia y Primera Vicepresidencia de la Mesa Directiva, respectivamente. (Foto: Lino Chipana/El Comercio).
Editorial El Comercio

Tras una reunión convocada para ese fin, la bancada de anunció ayer que sus candidatos para la Presidencia y Primera Vicepresidencia del Congreso en la votación que debe celebrarse mañana serán y Mario Mantilla, respectivamente.

La elección ha causado cierta sorpresa, sobre todo en lo que a Galarreta concierne (Mantilla es todavía una incógnita, pues, aparte de que es partidario de la no reelección parlamentaria, es poco lo que se sabe de él). Por un lado, porque los rumores y los movimientos internos de la referida bancada sugerían que la candidatura al puesto más importante de la Mesa Directiva recaería en alguien con una trayectoria más vasta en el fujimorismo. Y por otro, porque, durante el año de ejercicio legislativo que termina, él ha sido uno de los representantes del fujimorismo más hostiles hacia el Gobierno en sus intervenciones y declaraciones públicas. Y a veces también hacia otros legisladores, incluyendo a los de su propia bancada. Una característica difícil de combinar con el rol de interlocutor directo del Ejecutivo y representante de todas las fuerzas presentes en el Congreso que corresponde a quien preside el Parlamento.

La observación no es anecdótica, porque, como se sabe, FP tiene 71 votos en el Congreso y, si se calculan las adhesiones que sumará de parte de las otras bancadas a las que ha invitado a su lista, es casi seguro que el designado por esa organización política para aspirar al cargo en cuestión será finalmente quien lo ostente.

¿Cuáles han sido los puntos de colisión con el Gobierno más preocupantes en la actuación pública de Galarreta? Pues, para empezar, los constantes ataques hacia integrantes del Ejecutivo, incluyendo al propio presidente y al presidente del Consejo de Ministros, , al que llegó a caracterizar como “”. Un cargo bastante serio, respecto del cual, sin embargo, nunca exhibió prueba alguna.

El recuerdo de Montesinos, de hecho, parece ser una constante en el discurso de Galarreta. Lo trajo a colación cuando, a inicios de esta administración, se produjo la crisis relacionada con los turbios manejos del asesor presidencial Carlos Moreno y, para efectos comparativos, a él se le ocurrió sostener que el ‘Doc’ apareció “”. Y también para describir la reacción de algunos medios frente a la animosidad de FP contra el entonces ministro de Educación Jaime Saavedra, que finalmente condujo a su censura en diciembre del año pasado. “No se veía desde la época de Montesinos”, dijo en aquella oportunidad.

No conviene olvidar tampoco otras sonadas intervenciones suyas, como aquella en la que equiparó la prueba PISA a un ‘psicosocial’, la que dirigió contra su ex compañera de bancada , ante su reclamo por avanzar con la reforma electoral (“¿Por qué tanto apuro, ah?, ¿qué hay detrás?, ¿qué lobbies hay detrás para sacarlo tan rápido?”), o la que, más recientemente, le dedicó a su compañero de bancada , en el contexto de las tensiones internas en el conglomerado naranja. “A él le gusta hablar de animales; yo hablo de personas”, fue lo que apuntó a propósito de un parlamentario… al que ahora aspira a representar.

Ninguno de estos exabruptos, por cierto, condena a Galarreta a ser un titular del Legislativo inadecuado. Pero es fundamental traerlos a colación para dar sustento a una demanda que se escucha desde ayer y de la que nos hacemos eco. A saber, que al asumir tan importante cargo, el congresista fujimorista atempere su pugnacidad, deje las armas que ha blandido hasta el momento de lado, y proteja con su conducta diaria no solo sus intereses partidarios sino los de toda la representación nacional.