"Las actuales circunstancias hacen especialmente relevante esta fortaleza". (Foto referencial: Archivo El Comercio)
"Las actuales circunstancias hacen especialmente relevante esta fortaleza". (Foto referencial: Archivo El Comercio)
Editorial El Comercio

Los analistas coinciden en que el golpe económico que sufre el Perú a partir del virus y de las medidas de aislamiento obligatorio es más duro que el que experimentan otros países de la región y del mundo. De acuerdo con las proyecciones publicadas esta semana por el , el Perú tendría una contracción del PBI del 12% en el 2020. Al mismo tiempo, en naciones como Colombia y Chile la reducción de la actividad económica será de entre 4% y 5%. La misma institución calcula una caída del PBI global del 2020 en menos de la mitad de lo que caería el PBI del Perú.

En este contexto difícil, plagado de noticias negativas, los buenos resultados de las exportaciones agrícolas fueron recibidos con especial satisfacción. Según reportó ayer este Diario con información del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), los envíos agrícolas tradicionales y no tradicionales entre enero y abril del 2020 con respecto al mismo período del año pasado. Estos fueron, de hecho, los únicos productos de la canasta exportadora nacional que crecieron en medio de la pandemia.

La noticia es útil para resaltar un pilar central en la economía peruana y en su proceso de recuperación: el Perú es un país abierto al comercio exterior y con enorme potencial para ganar mercados nuevos fuera de sus fronteras. El desarrollo de la minería, principalmente en zonas de la sierra, y luego de la agroexportación en los valles de la costa, por ejemplo, ha traído enormes recursos al país, generado empleo, cerrado brechas y dinamizado otros sectores económicos en el camino. En pesca, manufactura, servicios y otros sectores, los envíos peruanos tienen también amplio espacio para seguir creciendo.

Las actuales circunstancias hacen especialmente relevante esta fortaleza. El Perú, decíamos, tendrá una contracción económica más marcada que otros países. Ello, a su vez, deprimirá la demanda interna como parte del círculo vicioso recesivo. Menos familias y empresas dispondrán de recursos para adquirir alimentos, prendas de vestir, insumos de producción, etc. Así, apoyarse en el mercado internacional puede ser una herramienta fundamental. En la medida en que otras latitudes regresan poco a poco a cierto nivel de normalidad económica, su demanda por productos nacionales puede ser una fuente de ingresos significativa para un país con un mercado severamente golpeado como el nuestro.

Aprovechar al máximo el potencial exportador requiere de una agenda de reformas. El país tiene serias limitaciones de infraestructura –caminos, puertos, aeropuertos– que encarecen innecesariamente el traslado de los productos. A pesar de los esfuerzos de los últimos años, muchos pequeños productores aún carecen de cadenas logísticas adecuadas para vender afuera. Complicaciones fitosanitarias restringen todavía el ingreso de productos agrícolas e hidrobiológicos a mercados importantes. Falta de voluntad política –y el aprovechamiento de algunos sectores ideologizados– retrasan o impiden el desarrollo de grandes inversiones mineras. La lista, en realidad, es larga, pero esta podría ser quizá la ruta más corta hacia una recuperación efectiva.

Parte de la estrategia del relativo éxito de la economía peruana de las últimas décadas fue su inserción en los mercados globales. Intercambiar capitales de inversión, productos y servicios con el exterior les permitió a las familias peruanas mejorar su calidad de vida y a las empresas locales fortalecerse y ganar mercados. Esta es la misma lección que el país puede tomar para su proceso de recuperación. El Perú es más sólido cuando se apoya en el resto del mundo. Esto es hoy más cierto que nunca antes.