Editorial: Bancada sin guía
Editorial: Bancada sin guía

El congresista por Junín Moisés Guía Pianto, elegido en las listas de Peruanos por el Kambio (PPK), acaba de incorporarse a ese singular Salón de la Fama que conforman los políticos nacionales que han pronunciado frases tan memorables como “nosotros matamos menos”, “por Dios y por la plata” o “lo que he cometido es un hecho de amor”, atrayendo irrisión y descrédito no solo sobre sí, sino también sobre la opción política a la que representan o representaban en su momento.

En un foro organizado por su despacho bajo el título de Educación y Género y celebrado esta semana en un ambiente del Congreso, el referido parlamentario se dirigió a una audiencia compuesta fundamentalmente por activistas de organizaciones evangélicas y cristianas que se habían congregado allí para discutir con las ministras de Justicia y Educación –presentes en el foro– sobre la ‘ideología de género’ que supuestamente informa las políticas del actual gobierno en diversos terrenos.

“Hermanos cristianos –señaló Guía–, para mí es difícil poder convivir cuando tenemos la bancada dividida y los ministros no responden a la expectativa sobre identidad de género. Nos quieren engañar y mentir. Pido, desde ahora, que el 4 de marzo se declare la vacancia presidencial y la insurgencia popular, [pues] en caso contrario, estaremos conminados a sufrir las consecuencias”.

Semejante intervención contiene, por supuesto, múltiples elementos que merecerían ser comentados, pero ninguno tanto como la demanda de poner en marcha dos de los recursos más extremos que la Constitución ofrece para remover a un gobernante o un gobierno que hayan devenido ilegítimos, sencillamente porque se tenía la sensación de que en el Ejecutivo no prestaban la atención debida a los reclamos sobre ‘identidad de género’ de las comunidades religiosas que participaban de la reunión.

Como se sabe, la vacancia presidencial (artículo 113° de la Constitución) solo procede por muerte, renuncia o salida del territorio nacional sin permiso del mandatario, o por “permanente incapacidad moral o física, declarada por el Congreso”, o por destitución a raíz de ciertas infracciones mencionadas en el artículo 117° del mismo texto constitucional. Mientras que el derecho de insurgencia (artículo 46°) asiste a la ciudadanía únicamente cuando alguien ha asumido funciones públicas en violación de la Constitución y las leyes.

¿Ignoraba esto el congresista al lanzar su proclama o la lanzó a pesar de saber que no tenía asidero en el orden constitucional? La verdad es que tal precisión no importa demasiado, pues un despropósito sería tan grave como el otro. Y el detalle de que el autor del brulote contra este gobierno integrase presuntamente las filas oficialistas duplica, como es lógico, la torpeza o la mala fe, según sea el caso. 

Horas después, Guía ofreció disculpas por lo dicho y afirmó que le debe lealtad al presidente, pero ya era muy tarde: la tormenta estaba desatada y la enésima imagen del partido de gobierno atenazado entre la desorientación y las contradicciones se había propagado ya por calles y plazas.

Como consecuencia de ello, la bancada ppkausa discute ahora si debe sancionar a su levantisco miembro y eventualmente expulsarlo. Pero, aparte del problema que constituiría perder a uno más de sus escasos integrantes (recordemos la expulsión de Roberto Vieira en noviembre), ello equivaldría a quedarse en lo pintoresco o lo anecdótico de lo ocurrido, y no cuestionarse el problema estructural que existe tras las crisis cíclicas de ese grupo parlamentario. A saber, la ligereza con la que la lista de postulantes fue armada.    

Porque así como Guía tendría que explicar por qué aceptó formar parte de un proyecto político que en su plan de gobierno promovía las ideas o iniciativas que él ahora dice rechazar, en PPK tienen que justificar el hecho de haber invitado a su lista parlamentaria al activista de una agenda ideológica minuciosamente contraria a la suya, comprándose en esa medida el problema en potencia que ahora los agobia.

Por lo visto hasta el momento, sin embargo, daría la impresión de que eso es pedir demasiado.