Editorial: Casos tibios
Editorial: Casos tibios

Mientras se siguen contando los votos, vale la pena poner de relieve uno de los temas que dejó la campaña y que no debe ir al olvido luego de ella, gane quien gane. Nos referimos a algunos hechos que fueron revelados sobre las diferentes candidaturas en el fragor de la campaña y cuyo esclarecimiento interesa al país en tanto que tratan todos ellos de asuntos graves y atañen directamente a movimientos y personas que seguirán siendo protagonistas de nuestra vida pública en los próximos años. 

A diferencia de todas las imputaciones realizadas sin mayor sustancia, no debe pasar con estos hechos lo que suele suceder con todos los “destapes” de campaña, que luego de esta suelen ser abandonados por quienes fueron sus  afanosos pesquisidores hasta el próximo proceso electoral. Igual que los llamados ‘casos fríos’ que, por falta de pruebas, la policía de algunas partes del mundo archiva hasta que alguna pista surgida por azar les devuelva actualidad. Y sería importante que esta vez la desidia poselectoral no determinase que tal cosa ocurriese con algunos inquietantes asuntos cuyo esclarecimiento –en instancias políticas, judiciales o en el Indecopi– es de interés público.

En lo que concierne por ejemplo al ex postulante por Alianza para el Progreso (APP), César Acuña, hubo dos cuestionamientos que en su momento afectaron severamente su postulación, pero de los que poco se ha escuchado hablar desde que fue retirado de la contienda por las autoridades electorales a raíz de un problema –el de las dádivas que entregó en medio de su campaña proselitista– que nada tenía que ver con ellos.

Nos referimos, desde luego, a los plagios que se detectaron en varias de sus tesis para obtener títulos académicos aquí y en el extranjero (específicamente, en las universidades de Lima, Complutense de Madrid y de los Andes de Colombia), y a la usurpación de la autoría del libro “Política educativa”, originalmente escrito por el profesor Otoniel Alvarado. Como se sabe, en sucesivas ediciones de la obra, Acuña apareció, primero, como coautor del texto y más tarde, como autor único. Un atropello que no puede ser ignorado ni así el líder de APP declinase volver a participar en comicios algunos.

Ahí está también el feo asunto de las agendas cuya propiedad la señora Nadine Heredia empezó negando y terminó aceptando, y que contienen apuntes sobre dineros de origen incierto (pero con serios indicios de provenir del gobierno chavista), que ingresaron a las arcas del nacionalismo para las campañas del 2006 y 2011. Como se recuerda, en una de ellas hay un apunte sobre un número de cuenta bancaria a la que parte de esos fondos llegaron y que podría haber sido hecho por la ex candidata presidencial del Frente Amplio, Verónika Mendoza. Esto porque ella fue en esos años una cercana colaboradora de la esposa del presidente Humala y su letra –de acuerdo con más de un perito grafotécnico– se parece bastante a la de la anotación en cuestión.

No hay que olvidar, además, que Mendoza empezó declarando en agosto del 2015: “Mienten. Mienten los que dicen que yo escribía en las agendas… Lo rechazo categóricamente”. Pero en abril de este año, luego de que surgieran nuevas pruebas de que ello no era así, acabó deslizando ante la prensa: “No lo niego categóricamente”, “Podría haberse dado”.

Tenemos finalmente los casos que comprometen al fujimorismo. Es decir, el del involucramiento de Joaquín Ramírez, secretario general del partido (ahora con licencia), en una investigación de la DEA (la agencia de Estados Unidos para la lucha contra el narcotráfico). Y el de la participación de José Chlimper –quien lo ha reemplazado en el cargo y candidateó a la vicepresidencia por Fuerza Popular– en la llegada a un canal de televisión de una ‘prueba’ fabricada para tratar de desvirtuar la información sobre el caso de Ramírez aparecida días antes en otro medio.

Como los anteriores, estos casos están todavía ‘tibios’ mientras los vapores del proceso electoral terminan de disiparse. Pero si nadie se ocupa de insistir en ellos, pronto todos se enfriarán hasta parecer recuerdos anecdóticos de la lucha por el poder en el país en este punto de nuestra historia. Y eso lindaría peligrosamente con una impunidad que ya deberíamos haber desterrado hace rato.