"La morosa gestión que encabezó hasta abril de este año en el referido sector acabó arrastrándolo a la renuncia". (Video: Canal N)
"La morosa gestión que encabezó hasta abril de este año en el referido sector acabó arrastrándolo a la renuncia". (Video: Canal N)
Editorial El Comercio

Si volver a colocar al señor al frente de la cartera de Transportes y Comunicaciones (MTC) nunca pareció una idea afortunada, sus últimas declaraciones a la prensa procurando defender al ‘club de la construcción’ han confirmado el daño que le puede hacer al gobierno su presencia en el Gabinete.

Como se recordará, la morosa gestión que encabezó hasta abril de este año en el referido sector acabó arrastrándolo a la renuncia, y por eso la circunstancia de que el presidente Vizcarra lo nombrase otra vez en el puesto, justo en el momento en que ya no había una representación nacional que pudiera llamarle la atención por la indolencia que ese gesto comportaba, mereció una crítica en estas mismas páginas.

Ahora, en una entrevista radial difundida el último viernes, Trujillo ha dicho: “[Si] todas las empresas del ‘club de la construcción’ salen, te quedas sin empresas. ¿Con qué construimos? ¿Cómo construimos? ¿A quién traemos? ¿Quiénes vienen? También es un tema que hay que ver, que hay que tomar en cuenta”.

El ‘club de la construcción’, como se sabe, es la denominación dada coloquialmente a la presunta concertación ilícita de constructoras nacionales y foráneas que funcionó, por lo menos, a lo largo de este siglo para repartirse las obras adjudicadas por el MTC, y que contó entre sus ‘socias’ a Odebrecht, OAS, Obrainsa, Graña y Montero e ICCGSA, entre otras.

En el contexto del caso que se conoce con el mismo nombre, el Ministerio Público investiga 37 obras entregadas entre el 2011 y el 2015 a esas empresas que supusieron un gasto de S/8.450’243.029. De estos proyectos, se ha detectado una alta probabilidad de coimas en 18.

No son pocos, además, los directivos de varias de esas empresas que ya confesaron su participación en conductas delictivas, a fin de convertirse en colaboradores eficaces, por lo que la mancha que empaña al mencionado ‘club’ no está en discusión.

¿Cómo así, entonces, se lanza el titular del MTC a desaconsejar que se prescinda de tales empresas para las futuras obras que pueda contratar el Estado? En su argumentación no solo ha mostrado desconocimiento sobre cómo funciona el mercado ante el eventual retiro –voluntario o forzoso– de los proveedores de un bien o servicio tan rentable como el de la infraestructura pública (la desaparición de uno suscita la inmediata llegada de otros, dispuestos a aprovechar la oportunidad), sino que sugiere que, a fin de no perder el concurso de los proveedores originales, conviene cerrar un ojo en materia de vigilancia ética, o quizás los dos.

Parafraseando una fórmula tristemente conocida en el ambiente político, es como si hubiese dicho: “Corrompen pero hacen obras”.

El planteamiento tiene, por otra parte, un agravante: atenta contra una de las pocas banderas que este gobierno enarbola. A saber, la lucha contra la corrupción. No se puede, en efecto, pregonar un combate sin cuartel en su contra y, al mismo tiempo, recomendar que ese rigor sea dejado de lado en ciertos casos.

Para colmo de males, ayer el presidente del Consejo de Ministros, Vicente Zeballos, trató de hacerle frente a las críticas que el comentario del señor Trujillo ya estaba levantando en la opinión pública y acabó complicando mucho más la figura.

“No podemos caer en generalidades, porque existen empresas honradas y honestas y peruanas también”, sentenció. Y también: “Nosotros, como Poder Ejecutivo, no sancionamos, no nos corresponde [hacerlo] ni administrativa ni menos jurisdiccional[mente]”. Con lo que no hizo sino escalar la dimensión del desatino, porque ya no es solo el titular del MTC el que opina de esa forma, sino también el portavoz oficial del gobierno.

Buscarle atenuantes a la corrupción nunca es una buena receta política, y menos para una administración que ha tratado de marcar su paso por la historia política del país denunciándola y combatiéndola.