Editorial: Dar es dar
Editorial: Dar es dar

El partido Fuerza Popular (FP) puede estar encabezando las encuestas, pero podría estar en aprietos. Diversas acusaciones sobre la entrega de dádivas –expresamente prohibida por la ley de organizaciones políticas vigente– pesan sobre varios candidatos de esa agrupación al Congreso e incluso sobre más de un integrante de su plancha presidencial. A saber, los aspirantes a la presidencia y la segunda vicepresidencia de la República, Keiko Fujimori y Vladimiro Huaroc, respectivamente.

Y si en el caso del ex postulante presidencial de Alianza para el Progreso (APP) César Acuña, esa fue la causa de que se lo retirase de la competencia electoral, lo mismo tendría que suceder con cualquiera de los representantes de FP al que se le probase haber incurrido en la referida falta.

Como se sabe, lo que la citada ley dice en su artículo 42 es que “las organizaciones políticas, en el marco de un proceso electoral, están prohibidas de efectuar la entrega, promesa u ofrecimiento de dinero, regalos, dádivas u obsequios de naturaleza económica de manera directa o a través de terceros, salvo aquellos que constituyan propaganda electoral, en cuyo caso no deberán exceder del 0,5% de la UIT por cada bien entregado como propaganda electoral”. Y estipula además, con mucha claridad, que la violación a esa prohibición será sancionada con una multa de 100 UIT para la agrupación política y “con la exclusión del proceso electoral correspondiente” para el candidato.

Esto resulta particularmente grave para el fujimorismo, porque, como decíamos, entre los acusados de haber otorgado dádivas para ganar la disposición de uno o más ciudadanos a votar por ellos, se encuentra la propia aspirante presidencial Keiko Fujimori. A ella se le atribuye haber entregado, el 14 de febrero, dinero a los ganadores de un concurso organizado por el colectivo Factor K, de simpatías fujimoristas.

A esos cargos, sin embargo, FP ha respondido afirmando que ellos no dieron –ni directa ni indirectamente– al colectivo en cuestión el dinero que sirvió para tal premio y que es falso también que fuese la señora Fujimori quien le alcanzó el sobre con la plata al concursante premiado. Argumentos, en fin, que abren un espacio para la discusión y la probanza de lo que se le imputa a la candidata.

Pero si en el caso de la señora Fujimori la acusación se mueve todavía en un terreno gris, en lo que concierne a su compañero de fórmula, Vladimiro Huaroc, las cosas son meridianamente claras. Él, en efecto, entregó, durante la inauguración de un local partidario en Satipo (Junín), el 21 de febrero pasado, víveres destinados a los damnificados del huaico de Pampa Hermosa, ocurrido unos días antes.

En el video, se ve al candidato a la vicepresidencia con el polo blanco que distingue a su agrupación y ostentando el número con que postula también al Congreso por esa región. Lo rodean, además, varios activistas que portan carteles de propaganda personal, y en su discurso se lo escucha decir: “Hemos traído un pequeño presente a nombre de Fuerza Popular”.

Confrontado con los hechos por la prensa, Huaroc ha ensayado explicaciones inauditas, como identificarse como facilitador de la entrega del donativo, mas no el autor del mismo y afirmar que “no se ha tratado de convencer [con los regalos] a nadie, porque los que estaban en el local del partido eran simpatizantes o convencidos”.

Y, sintomáticamente, distintos voceros del FP, en lugar de defender a su candidato, declararon desde el principio que le correspondería a él ofrecer las explicaciones del caso, lo que equivale a un mensaje del tipo ‘sálvate, si puedes’. 

Resulta, en suma, bastante obvio que el señor Huaroc ha incurrido en la misma falta que cometió en su momento César Acuña. Y, con prescindencia de lo que se opine sobre lo draconiana o desproporcional que pueda ser la actual ley en ese sentido, su aplicación previa a otro candidato por los mismos hechos, demanda en consecuencia para este caso –si no se quiere deslegitimar el proceso– la misma sanción. Esto es, ser retirado de la competencia electoral.

Habida cuenta, no obstante, del pasado de clientelismo político que ensombrece el paso del fujimorismo por el gobierno en la década de los noventa, FP debería considerar si no le convendría tomar la decisión unilateral de apartarlo de su plancha antes de que las autoridades electorales lleguen a esa misma conclusión por su propio camino, y de esa manera demostrar que ni apañan ni añoran una práctica tan deleznable.

Esto, por supuesto, a la espera de que las dudas que se ciernen sobre la candidata presidencial del partido sean despejadas en un sentido u otro.