"El dilema en el que ella se encuentra es severo. Si el contacto efectivamente se produjo y ella lo admite, la voluntad de entorpecer la acción de la justicia que la fiscalía le atribuye quedaría confirmada y la posibilidad de ser regresada a la prisión preventiva estaría a la vuelta de la esquina". (Foto: El Comercio)
"El dilema en el que ella se encuentra es severo. Si el contacto efectivamente se produjo y ella lo admite, la voluntad de entorpecer la acción de la justicia que la fiscalía le atribuye quedaría confirmada y la posibilidad de ser regresada a la prisión preventiva estaría a la vuelta de la esquina". (Foto: El Comercio)
Editorial El Comercio

La lideresa y excandidata presidencial de Fuerza Popular (FP),, ha dejado recientemente la prisión preventiva, pero la situación que ha encontrado al salir no es muy auspiciosa para ella.

Como se sabe, pocos días antes de que recuperase la libertad, las declaraciones de Dionisio Romero y Vito Rodríguez a la fiscalía pusieron en evidencia que la señora Fujimori había mentido al decir que todos los aportes a sus campañas presidenciales fueron bancarizados. Y ahora, nuevos testimonios del empresario Antonio Camayo y el expresidente del Congreso, Daniel Salaverry, amenazan con mellar aún más su credibilidad… y en torno a un asunto más grave que el anterior. A saber, la posibilidad de que hubiese tenido contacto con el corrupto exmagistrado César Hinostroza semanas antes de que, en junio del 2018, la Sala Suprema que él presidía admitiera a trámite el recurso de casación interpuesto por su defensa para revertir la decisión judicial que permitió que el fiscal José Domingo Pérez adecuase la investigación del Caso Cocteles a la Ley de Crimen Organizado.

Por un lado, Salaverry ha aseverado que, en mayo del año pasado, la lideresa de FP le pidió que tomara contacto con Hinostroza y coordinase una reunión con él. Días después, ha añadido, le dijo que ya había conversado telefónicamente con el ahora ex juez supremo y que habían convenido en que el encargado de organizar la cita sería, más bien, el entonces congresista Héctor Becerril.

Como se recuerda, la comunicación entre Becerril e Hinostroza por aquellas fechas está bastante documentada.

Por otra parte, el empresario automotor Antonio Camayo ha afirmado ante los fiscales del equipo especial Lava Jato que la “señora K” a la que se refería en una famosa llamada al mismo Hinostroza que data del 3 de mayo del 2018 no era otra que Keiko Fujimori. La identidad de la persona aludida por él en esa conversación resulta relevante por cuanto en ella se habló también de una futura reunión.

“Me llamó la señora y quiere mañana a la 1 [p.m.] juntarse unos minutitos con usted en mi casa”, se le escucha decir a Camayo en esa llamada interceptada.

A lo que Hinostroza responde: “¿Cuál señora, hermano? Así, en forma genérica, ¿señora qué?”. Y es ahí que Camayo finalmente revela: “K, la que fue usted a su casa y le dio, caramba, la de… caramba… la fuerza número 1”.

La verdad es que, con todo ese detalle, no cabían muchas dudas sobre a quién podía estar aludiendo, pero inicialmente el empresario automotor negó que la persona en cuestión fuese la señora Fujimori. Y ahora lo ha admitido.

¿Se puede afirmar a partir de ello que la cita entre la “señora K” e Hinostroza necesariamente se produjo, o que hubo al menos conversación telefónica entre ellos? Pues, en sentido estricto, no. Pero los testimonios apuntan a ello y las mentiras de la lideresa de FP sobre otros asuntos que ahora se conocen no la ayudan.

El dilema en el que ella se encuentra es severo. Si el contacto efectivamente se produjo y ella lo admite, la voluntad de entorpecer la acción de la justicia que la fiscalía le atribuye quedaría confirmada y la posibilidad de ser regresada a la prisión preventiva estaría a la vuelta de la esquina.

Pero si siguiera negando la cita o la conversación y luego alguna de ellas se terminara probando, su situación sería sencillamente irredimible. En lo político y en lo judicial.

Se le atribuye al presidente estadounidense Abraham Lincoln haber razonado alguna vez que se puede engañar a todos o a algunos por algún tiempo, pero no a todos todo el tiempo. Una idea que la señora Fujimori debería tener presente si pretende persuadir a la ciudadanía de que el duro encierro que ha padecido la ha hecho cambiar la forma de ver la política y conducirse dentro de ella.