Editorial: Gota a gota el modelo se agota
Editorial: Gota a gota el modelo se agota
Redacción EC

En medio de campañas de sensibilización en diferentes ciudades, el domingo pasado se celebró el día internacional del agua. Los motivos de celebración, sin embargo, son limitados: según la , a pesar de que el Perú es el octavo país del mundo con la mayor cantidad de reservas de agua dulce, uno de cada cinco peruanos no cuenta aún con acceso a agua potable. El problema es especialmente grave en regiones como Huancavelica o Ucayali, donde casi la mitad de los hogares no cuentan con acceso a agua potable y saneamiento.

Además, en la mayor parte de localidades con acceso a agua potable, el servicio no es continuo. En , por ejemplo, la ciudad solo dispone de 5 horas diarias de agua, en tanto que en Pasco el servicio está vigente 2 horas al día de manera interdiaria. No está de más recordar que el acceso a agua potable y saneamiento, aparte de mejorar enormemente la calidad de vida, tiene un efecto significativo en la reducción de la incidencia de enfermedades que son la principal causa de la desnutrición crónica en menores.

La responsabilidad de estas grandes deficiencias en la provisión de agua y saneamiento recae principalmente sobre las , entidades públicas a las que la Ley de Modernización de Servicios de Saneamiento les ha otorgado el monopolio de la distribución de agua. Como este Diario ha señalado antes, pese al terrible desempeño de las EPS, se insiste en ese modelo en vez de concesionarlas o privatizarlas como en su momento se hizo con otros servicios públicos de manera exitosa. En este sentido, el mismo ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento, Milton von Hesse, ha indicado que el sistema de las EPS “ha fracasado desde hace 20 años”.

Para ser justos, en el último año ha habido avances modestos que han facilitado la incursión del sector privado en el sector. Destaca el decreto supremo firmado por von que platea a los municipios un esquema voluntario para mejorar el servicio que prestan las EPS en el interior del país. Esta norma establece que los municipios podrán delegar sus funciones y competencias en materia de concesiones en saneamiento a favor del ministerio a través de un convenio.

Si, por falta de voluntad política, se debe continuar con el monopolio y control público de las EPS –que es el problema de fondo–, existen alternativas que podrían mejorar parcialmente el sistema. Una de ellas es incluir en el artículo 13 de la Ley General de Servicios de Saneamiento la posibilidad de que proveedores privados puedan operan plantas desalinizadoras o de tratamiento de aguas residuales en caso la EPS local no cumpla con proveer un servicio adecuado a la comunidad de su área de influencia. Asimismo, el artículo 87 de la Ley de Recursos Hídricos debe ser ampliado y precisado para asegurar que la desalinización sea una alternativa viable para los proveedores privados.

Actualmente, si un mismo municipio –o un desarrollador inmobiliario- quisiera invertir en la desalinización para proveer de agua a sus propios residentes, estaría impedido de hacerlo pues tendría que recurrir a la EPS de la zona para que lo haga; y no podría hacer nada en caso la EPS no responda, como es el caso para muchísimas localidades.
A fin de cuentas, es un sinsentido que no se permita que, por acuerdo voluntario entre dos partes, una de ellas no pueda cobrarle a la otra por suministrarle un recurso fundamental como el agua aun cuando este ha sido ‘creado’ sin afectar los derechos de uso de tercero. Es comprensible que –en ausencia de derechos de propiedad bien establecidos– el manejo de fuentes limitadas de agua, como la proveniente de ríos, esté sujeto a un control establecido; no así con el agua ‘nueva’ proveniente de procesos de desalinización o tratamiento.

En la medida en que se permita al sector privado participar de la provisión de agua y saneamiento en sustitución de las empresas públicas, historias de éxito similares a la conectividad a través de las telecomunicaciones podrían repetirse en el país. De lo contrario, lo más probable es que la celebración del día internacional del agua siga siendo una fiesta exclusiva.