Editorial: La indiferencia es complicidad
Editorial: La indiferencia es complicidad
Redacción EC

EDITORIAL 

No todo es deleznable en la política peruana. El viaje de tres congresistas escoltando a la diputada venezolana María Corina Machado a Caracas fue un gesto no solo de protección y solidaridad con ella, sino también de compromiso con la libertad y la democracia. Un gesto que debe ser encomiado y que habla bien de buena parte de las bancadas del Congreso. 
Martín Belaunde, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, Cecilia Chacón y Luis Galarreta, integrantes de dicha comisión, no demoraron mucho en tomar la decisión de acompañar a María Corina Machado en su viaje de regreso a Venezuela, donde ella había sido arbitraria e ilegalmente despojada de su curul en virtud de una decisión dictatorial del presidente de la asamblea, el señor Diosdado Cabello, que ni siquiera se tomó el trabajo de someter a votación la resolución. 

Este, sin embargo, no es el único gesto político peruano en defensa de la democracia y la libertad en Venezuela que hay que celebrar. Días antes, la delegación peruana en la Organización de Estados Americanos (OEA) se había inclinado del lado correcto en la votación que le negó el uso de la palabra a María Corina Machado en sesión pública  y en la que luego retiró  el punto de la agenda. El Perú, acertadamente, votó porque su presentación se hiciera en sesión pública.  

No obstante, lo que el gobierno hizo con una mano la bancada oficialista lo deshizo con la otra en el Congreso. Ni su presidente, el señor Fredy Otárola, ni miembro alguno de esa bancada tuvieron siquiera la cortesía de saludar a la diputada venezolana, que había sido objeto de una vejación antidemocrática en su Parlamento, ni menos aun asistieron a la sesión de la Comisión de Relaciones Exteriores que la recibió. 

La excusa del señor Otárola, quien alegó que no se le había invitado, es risible. La comisión no envía invitaciones y el presidente del Congreso, de otro lado, no necesita que lo inviten. Y, como explicó Martín Belaunde, la oficina de Otárola está a una puerta de distancia del recinto en el que se llevó a cabo la sesión que había sido anunciada en todos los medios desde horas de la mañana.

La actitud de la bancada oficialista, por cierto, tampoco es que sorprenda. Después de todo, se condice con la que ha mostrado siempre con respecto al chavismo el presidente Humala, quien no solo se ha abstenido consistentemente de criticar los abusos en el país llanero, sino que, además, ha abogado porque la comunidad internacional no intervenga para salvaguardar la democracia en Venezuela. Sin ningún problema ha declarado que “lo importante es que se respete el derecho de no injerencia”, lo cual equivale a decir que hay que respetar el derecho de Maduro de seguir atropellando las libertades civiles sin asco.

El presidente Humala incluso ha mostrado no tener reparos en desautorizar a su propia cancillería si de defender al régimen chavista se trata. Recordemos que cuando el entonces canciller Roncagliolo pidió “tolerancia” y “diálogo” al Gobierno Venezolano, Maduro le respondió: “Ha cometido el error de su vida, Roncagliolo”. Y en vez de respaldar a su canciller, el presidente Humala recibió en Palacio a su homólogo venezolano a solas para congraciarse con él y, poco tiempo después, el señor Roncagliolo abandonó el cargo. Posteriormente, cuando el embajador Jiménez estuvo en la OEA para exigir que se verifique si se debían activar los mecanismos de la Carta Democrática para el caso de Venezuela, el señor Humala nuevamente le quitó el piso a su servicio diplomático declarando que lo que correspondía era que el resto de países de la región no se metiera en líos ajenos.

La brillante diputada María Corina Machado, ya despojada de su inmunidad parlamentaria, puede ser detenida y encarcelada como lo ha sido Leopoldo López, otro de los líderes de la oposición. Se le puede inventar cargos como los de traición a la patria (de los que ya el propio Cabello la ha acusado) para luego sentenciarla. Pero ni este ni ningún otro de los abusos que hoy sufren los venezolanos parece importarle al oficialismo como para condenarlos con voz alta y clara. Y esto es preocupante pues, como dijo María Corina Machado, “la indiferencia a nivel internacional es complicidad”.