(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).
Editorial El Comercio

“Necesito la información para ayer”. Entre la gente involucrada en negocios o en política pública, no es inusual que la prontitud con la que reciben las estadísticas económicas relevantes para tomar decisiones sea fundamental. Información que no llega de manera oportuna, aunque sea veraz, puede no ser útil en absoluto.

Para intentar aliviar en parte la necesidad por información fresca y actualizada, la Unidad de Análisis Económico de este Diario ha empezado a publicar, desde la semana pasada, el Indicador Mensual
Económico de El Comercio (Imeco). Basado en una metodología
sólida, el Imeco recoge variables que explican o se mueven de manera muy cercana al desempeño económico del país. El estimado final es un aproximado de la actividad económica del mes en cuestión –similar aunque no idéntico al PBI– que El Comercio ofrece al público con mayor anticipación a las cifras oficiales del INEI.

Según la primera edición de este indicador –respecto de junio de este año–, la actividad económica nacional perdió el ritmo vertiginoso de
meses anteriores. Después de crecer a tasas por encima del 6% entre abril y mayo, en el sexto mes la expansión del PBI parece haberse colocado en un rango cercano al 3,5%. Una mayor base de comparación (junio del 2017 fue el segundo mes con mayor crecimiento en dicho año) y una demanda interna menos dinámica (pesca, minería, manufactura y construcción se habrían ralentizado) explican el enfriamiento del mes.

Más allá de la cifra concreta de junio, el crecimiento del año parece bien encaminado. Esta semana, el gerente central de Estudios Económicos del BCR, Jorge Estrella, afirmó que un crecimiento de 4% es prácticamente un hecho. En setiembre, el ente emisor actualizará sus proyecciones oficiales, pero todo hace indicar que el impulso de la inversión pública –creciendo cómodamente a dos dígitos a partir de la reconstrucción del norte y de los Juegos Panamericanos– y el de la inversión privada serán pilares de este año. De hecho, luego de cuatro años consecutivos de inversión privada en contracción o plana, en el 2018 se espera una expansión de la apuesta de los inversionistas de 5% o más.

De cumplirse con las proyecciones de crecimiento por encima del 4%, este año sería el de mayor expansión del producto desde el 2013, cuando el PBI subió 5,3%. El número del 2018 parece entonces auspicioso –sobre todo comparado con el pobre 2,5% del 2017–, pero no debe hacer perder de vista lo fundamental. Decimales de más o de
menos este año, ¿qué estrategias de crecimiento debe adoptar hoy el Perú para asegurar que el producto logre expandirse de manera sostenida a tasas por encima del 5% del 2020 en adelante? ¿Qué reformas estructurales estamos impulsando? La creación de empleo formal, la reducción de la pobreza y la mejora de la calidad de vida de los peruanos dependen en buena medida de ello. Creciendo al 2%, en 30 años el peruano promedio sería tan rico como el dominicano
promedio lo es hoy; creciendo al 6%, como el holandés promedio.

El crecimiento económico por sí solo no es garantía de desarrollo, pero sí una condición necesaria. Es verdad que la economía peruana es en parte dependiente de los vientos que soplen en el resto del mundo, pero aprovecharlos depende de nosotros. Sostener el impulso de hoy mientras se hacen las reformas para el futuro próximo es el consenso político que necesitamos.