Editorial: Los jóvenes al poder
Editorial: Los jóvenes al poder

El candidato de Alianza Popular, Alan García, busca atraer el voto joven del electorado. Esta no es una estrategia insólita cuando consideramos, como indicó Alfredo Torres en un artículo publicado ayer, que el 57% de personas obligadas a votar tiene menos de 40 años. Con este fin, el ex presidente ha lanzado ciertas propuestas que merecen ser analizadas. 

En un reciente artículo publicado en estas páginas, el aspirante presidencial menciona que el Perú es un país joven. Una afirmación que, sin embargo, debe ponerse en condicional, pues, de hecho, nuestro país se encuentra en un franco proceso de envejecimiento poblacional.

Mientras que en el último lustro el grupo poblacional de 15 a 19 años de edad decreció en 0,32%, el grupo con edades de 60 a 64 aumentó en 20,25%, según el INEI. Asimismo, la tasa de fecundidad también se ha visto comprometida. Mientras en 1986, el promedio nacional era de 4,3 hijos por mujer, en el 2013 fue de 2,4. Una reducción de 44,2% en menos de 30 años. 

Por otro lado, el candidato presidencial señala: “Si la juventud se incorpora de inmediato y activamente a la gestión social y estatal, superaremos los problemas que nos amenazan”. Pero, en realidad, una buena parte de jóvenes ya participa de esa llamada gestión social.

Hoy contamos con 8,4 millones de jóvenes de 15 a 29 años. De este grupo, más de 5 millones pertenecen a la población económicamente activa (PEA) y, según el INEI, el 92% se encuentra trabajando. No están, pues, como indica el ex mandatario, “mayoritariamente desempleados o subempleados”.

El candidato añade: “Sus formas de expresión cultural y de comunicación no se comprenden ni aceptan”. Pero, si son la mayoría, ¿no sería acaso al revés? ¿Qué minoría es la que no los entiende? ¿Quién debe entenderlos y cómo debe hacerlo? 

Entre sus propuestas, el candidato de Alianza Popular ofrece “empleo con derechos, salarios completos y jornada laboral que no abuse de los jóvenes”. Para eso, propone el programa Impuestos por Empleo Juvenil, que consiste en deducir de tributos las nuevas contrataciones a jóvenes.

Las deducciones fiscales, empero, significan menores ingresos de impuestos para el país. Además, un programa así implica incentivos para cambiar el tipo de empleado, sacando a los mayores y contratando a los menores, no por sus competencias, sino por las ventajas tributarias que traen bajo el brazo.

Pese a lo que espera el ex presidente, no porque haya deducciones tributarias se generará nueva demanda, mayor producción y mejor productividad. Solo puede haber más empleo si crece la economía o si la población que puede pagar por los bienes y servicios aumenta. Para el candidato, bastaría con dar facilidades tributarias para que aparezcan nuevos puestos de trabajo.

El ex presidente García cree que las facilidades tributarias harán “girar” la economía. Es decir, alentarán el consumo al crear la demanda. Eso es lo mismo que poner dinero en manos del público sin respaldo en la producción. En función de la fantasía de los puestos creados por la exención tributaria, no se puede alentar el consumo. Eso lleva al desastre.

Para administrar todos los programas públicos relacionados con la juventud, el candidato propone, asimismo, crear el muy comentado ministerio de la juventud y el deporte (propuesta hacia la cual, hay que mencionarlo, PPK también ha resbalado después de criticarla duramente). Una cartera para ofrecer becas, subsidios y apoyo a las empresas jóvenes “con proyectos sostenibles”.

Un nuevo ministerio supone mayor burocracia. Los proyectos sostenibles a los que se refiere dependerán de la discrecionalidad burocrática (o política), y ya se sabe que eso puede abrirle las puertas a la corrupción. Es como si el ex mandatario no hubiera obviado lo que falló en su primer gobierno. De hecho, esta promesa se parece, en otra escala, a lo que fue la banca de fomento de entonces, que también debía financiar “proyectos sostenibles”.

El aspirante no se queda corto de propuestas: ofrece un canal de televisión para los jóvenes, Internet libre y un Estado digitalizado, para crear empresas “en un solo día y sin costo”. 

La realidad, no obstante, es que no existe nada libre en la economía. Alguien siempre termina pagando por ello. ¿De dónde se sacará el capital para pagar la infraestructura de antenas, fibra óptica y plataformas digitales? ¿Quién asumirá el costo? 

Los candidatos deben preparar sus propuestas con una base técnica y razonable. La búsqueda de segmentos del electorado no debería hacerlos disparar ideas improvisadas y poco estudiadas. Ojalá los postulantes tomen la oportunidad de convocar a los jóvenes, y a todos los electores, con programas sólidos, sostenibles y reales.