"Los electores deben preocuparse por elegir a las mejores personas para el Congreso". (Foto: Andina)
"Los electores deben preocuparse por elegir a las mejores personas para el Congreso". (Foto: Andina)
Editorial El Comercio

El próximo 26 de enero, los ciudadanos tendrán la obligación de elegir a los congresistas que completarán el período legislativo interrumpido por la disolución del Parlamento el 30 de setiembre. Si bien se trata de un proceso electoral fuera de lo común, toda vez que los elegidos apenas ejercerán el cargo por año y medio y no hay candidatos presidenciales que hilvanen ante la opinión pública el discurso de los partidos políticos participantes, su importancia difícilmente puede ser discutida. El resultado de los próximos comicios, en fin, marcará la manera en la que el Gobierno se relacionará con el ente deliberativo por el tiempo que le resta y, asimismo, dará pistas sobre cómo la reciente crisis política ha afectado las simpatías de los votantes con miras al 2021.

No obstante, a pesar de la inminencia de los comicios y que los candidatos ya han empezado a desplegar sus estrategias para llamar la atención de los peruanos, la campaña electoral aún no calienta. De hecho, según la última encuesta de Ipsos publicada al respecto, se registra que el 51% todavía no define su voto y que el 34% optaría por anular su cédula o votar en blanco. Un aparente desinterés por las próximas elecciones que la ciudadanía está obligada a dejar atrás si quiere una nueva representación medianamente librada de los vicios de la anterior.

Mucho de esto último, empero, depende de cómo la oferta electoral se presente ante sus potenciales votantes y, por el momento, los candidatos que más han llamado la atención de la opinión pública lo han hecho por razones desafortunadas y muy alejadas de las ideas y propuestas legislativas. Resaltan, por nombrar solo algunos ejemplos, el caso de la flota de mototaxis que perjudicó el libre tránsito para promocionar a un candidato del Frente Amplio; el candidato de Fuerza Popular conduciendo un vehículo mientras bebía alcohol; y el desempeño de algunos postulantes de Solidaridad Nacional, que han elegido los insultos y la controversia como herramienta para hacerse notar.

En suma, un panorama ruidoso que le hace al elector sumamente difícil encontrar representantes y en el que la discusión de temas de relevancia para el país, como la reforma política, pasa a segundo plano.

Sin embargo, la contienda electoral no solo se ha deslucido por el comportamiento de los candidatos, sino también por el de algunas autoridades. Hace unas semanas, por ejemplo, el presidente Martín Vizcarra no tuvo problema en pronunciar frases que transgredían la neutralidad que la ley lo obliga a guardar durante los comicios. Como se recuerda, durante un evento en Lambayeque, el mandatario se animó a recomendar que se vote por candidatos que trabajen para eliminar la inmunidad parlamentaria. El hecho le valió al jefe del Estado una modesta reprimenda del Jurado Electoral Especial Lima Centro 1, que ya le había llamado la atención a la ministra de la Mujer, Gloria Montenegro, por la misma razón.

A esto se le añade la incertidumbre generada por la reciente exclusión de la contienda de algunos candidatos por parte de los jurados electorales. Si bien es cierto que estos pueden tomar este tipo de medidas sobre casos concretos hasta el 25 de enero, y a sabiendas de que deben asegurar que las reglas de juego se cumplan escrupulosamente, es innegable que alejar a candidatos del proceso tan cerca de la fecha de la votación dista de ser ideal y puede perjudicar las opciones de algunos electores.

Así las cosas, a tan solo dos semanas de las elecciones del 26 de enero, todos los grupos de interés tienen la obligación de procurar que el resultado contribuya al bienestar del país. En esa línea, los candidatos deben centrarse en compartir sus ideas y sus propuestas; las autoridades deben contribuir a la eficiencia y limpieza del proceso; y los electores deben preocuparse por elegir a las mejores personas para el Congreso.