Editorial El Comercio

Incluso para un gobierno habituado a nombrar y mantener en el cargo a personajes funestos, lo sucedido con la administración de la cuarta dosis de la vacuna Moderna debería ameritar más de una renuncia. El escándalo es mayúsculo.

El sábado se reveló que, debido a un error del Ministerio de Salud (Minsa) en la campaña de vacunación, se aplicó el doble de la cantidad debida del refuerzo de Moderna. Las consecuencias directas para las casi 140.000 personas incorrectamente vacunadas –entre quienes se cuentan personal médico, individuos con comorbilidades y mayores de 70 años– fueron efectos adversos más fuertes de lo normal luego de la aplicación. “Estaban experimentando de tres a cuatro días de fiebre, malestar general, dolor muscular y articular, cefaleas y náuseas. Muchos tuvieron que solicitar hasta cuatro días de descanso médico”, señaló a este Diario Eden Galán, exdirectivo del Colegio Médico del Perú (CMP) y exmiembro del comité consultivo de inmunizaciones del Minsa.

La aplicación del doble de la dosis recomendada por la FDA y la OMS (se inyectaron 100 microgramos en vez de 50 microgramos) es un error serio para el que debe haber responsables. El Minsa ha sido renuente a reconocer la equivocación, pero a la vez anunció ayer que a partir de ahora se adecuarían a los protocolos aprobados. Si esa no es una admisión de culpa, por lo menos se le parece bastante.

Posiblemente lo más grave es que el fallo compromete la reputación de toda la campaña de vacunación. Este era uno de los pocos procesos de servicio público –quizá el único– que había logrado mantener una calidad adecuada con la entrada de la nueva administración en julio pasado, y el público lo reconocía en las encuestas como su mayor logro. Para aquellos escépticos de la vacuna y los refuerzos, el yerro del Minsa puede ser precisamente el motivo que buscaban para evitar el pinchazo.

Por lo demás, este no es un hecho aislado. La equivocación forma parte del deterioro que vive el Minsa desde que tomó su liderazgo el exministro Hernán Condori. Su nombramiento fue sucedido por la renuncia del Equipo Consultivo de Alto Nivel para la vacunación y la salida de otros funcionarios claves para ser reemplazados por una serie de personas cercanas a Perú Libre. Una vez censurado Condori, entró en su lugar el ministro Jorge López Peña, también vinculado a Vladimir Cerrón. Los efectos de los malos manejos empiezan a ser evidentes. La velocidad de la aplicación de la dosis de refuerzo (tercera dosis) es sustancialmente menor de lo que se observaba hace poco y la inmunización en menores de edad también viene retrasada.

Si la experiencia de los últimos meses enseña algo sobre los ministros de este Ejecutivo, eso es que el Gobierno hará todo lo posible para pasar por agua tibia el escándalo y, de ser posible, buscará a alguien más a quien responsabilizar. Lo cierto, sin embargo, es que el Minsa, así como el Ministerio de Energía y Minas (Minem) forman parte hoy de la cuota política que Perú Libre demanda en el Gabinete del presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres.

Este último y el presidente Pedro Castillo son los responsables de haber nombrado con base en simpatía partidaria en vez de méritos profesionales a personas para cargos en los que literalmente está en juego la vida de millones. Con esa perspectiva, la grosera negligencia del Minsa en la vacunación palidece frente a la increíble falta de consideración con la salud de los peruanos que se puede hallar hoy en Palacio de Gobierno.