"En esa línea, la composición del próximo Gabinete también será importante, pues revelará hasta qué punto la agenda del gobierno estará asociada a Vladimir Cerrón". (Fotos: Vladimir Cerrón/Facebook Vladimir Cerrón/Pedro Castillo/AP)
"En esa línea, la composición del próximo Gabinete también será importante, pues revelará hasta qué punto la agenda del gobierno estará asociada a Vladimir Cerrón". (Fotos: Vladimir Cerrón/Facebook Vladimir Cerrón/Pedro Castillo/AP)
Editorial El Comercio

Pasada la campaña electoral, contados los votos y proclamado como presidente electo, queda concentrarse en ver hacia dónde pretende llevar el país el próximo jefe del Estado. Hasta ahora, este ha hecho pocos esfuerzos por ofrecernos algo de certidumbre, con la duda principal centrándose en la identidad de los que pasarán a ocupar ministerios en la nueva administración. Y esto es importante por más de una razón.

En primer lugar, con la banda presidencial a cuestas, el excandidato de tendrá la obligación de pasar del dicho al hecho y de las promesas a la tarea de cumplirlas. Y el señor Castillo ha dicho muchísimas cosas desde que comenzó la carrera por el sillón de Pizarro, la mayoría de ellas profundamente preocupantes, por lo que existen dudas sobre cómo decidirá actuar finalmente. En ese sentido, la elección de este primer equipo ministerial, al obligarlo a pasar de las palabras a las acciones, será una carta de presentación importante, toda vez que puede definir el tono del nuevo gobierno. ¿Se privilegiarán las ideas planteadas en el plan de gobierno de Perú Libre, con un ministro de Economía a la talla de , o se le dará más importancia a la sensatez macroeconómica? ¿Será un gabinete multipartidario o dominado por la agrupación del lápiz?

La expectativa –o el deseo, más bien– es que se apueste por un Consejo de Ministros que demuestre que el presidente electo comprende la escala del apoyo que ha recibido. Luego de un proceso electoral tan ajustado y definido por la polarización, apostar por personas que ratifiquen la génesis radical del partido oficialista sería imprudente, no solo por los efectos que ello tendría para el país, sino también por lo difícil que se le haría trabajar, ante una oposición parlamentaria que estará vigilante.

Como informó ayer este Diario, las pugnas al interior de Perú Libre, a propósito de cómo lucirá el nuevo Gabinete, han continuado en los últimos días, con la sombra de Vladimir Cerrón rondando el proceso. De hecho, la incertidumbre parece ser un espacio en el que se mueve con comodidad el exgobernador de Junín (del que Castillo nunca ha logrado deslindar de manera creíble) y la indecisión del presidente electo parece dejar espacios que el fundador de su agrupación está dispuesto a aprovechar. Esto sería lo que está ocurriendo con el nuevo ministro de Economía: el ala más radical del partido preferiría que se nombre a Juan Pari en el cargo, por afinidad política y porque no llevaría consigo un equipo tan grande, como sí haría Pedro Francke. Pero Pari demostró en el debate técnico que no está a la altura de la tarea, por lo que ceder en este punto delataría muchísima debilidad en Castillo.

En esa línea, la composición del próximo Gabinete también será importante, pues revelará hasta qué punto la agenda del gobierno estará asociada a Vladimir Cerrón. Esta es la primera oportunidad que el nuevo mandatario tendrá para demostrar su independencia y dar cuenta de su propio estilo. Empero, por el momento hay pocas esperanzas de ello. Ayer, el otrora gobernador de Junín anunció, por ejemplo, que Daniel Salaverry encabezará el equipo de transferencia de vivienda y que la propuesta de su agrupación para el cargo de primer ministro es Roger Nájar. Que sea él el que anuncie lo primero da cuenta del poder que tiene sobre el próximo gobierno. Si se concreta lo segundo, al ser Nájar un hombre de confianza de Cerrón, demostraría que el fundador de Perú Libre será una presencia importante en el nuevo Ejecutivo.

En todo caso, lo cierto es que mientras no se sepan algunos de los nombres del nuevo Consejo de Ministros el país permanecerá en ascuas. A Castillo le toca empezar a actuar como estadista y darle calma a la ciudadanía y certidumbre a los mercados. Su elección ha estado marcada por las dudas que su proyecto político genera y ya es hora de que se empiecen a dar mensajes meridianos de respeto al Estado de derecho, la propiedad privada y la responsabilidad fiscal.