La salida del periodista Hugo Coya de IRTP, y el rol de Francisco Petrozzi en ella, alerta sobre una aparente interferencia del Gobierno en los medios del Estado.
La salida del periodista Hugo Coya de IRTP, y el rol de Francisco Petrozzi en ella, alerta sobre una aparente interferencia del Gobierno en los medios del Estado.
Editorial El Comercio

Históricamente, los medios de comunicación estatales de la región no se han caracterizado por su objetividad y la calidad de contenido. En el Perú de los últimos años, no obstante, ha habido una honrosa excepción a esta tendencia: El canal, junto con otros medios como Radio Nacional, es parte del Instituto Nacional de Radio y Televisión del Perú (), que a su vez depende del Ministerio de Cultura.

A saber, la buena imagen que se ha labrado IRTP es merecida. La creación de noticieros en quechua y aimara desde el 2016 fue ampliamente celebrada, así como el programa “Entre libros”, dedicado a la literatura, y “Ciudad Jardín”, la primera serie de dibujos animados de producción íntegramente peruana. Estos esfuerzos fueron reconocidos por la Cámara de Comercio de Lima con el Premio Presidente. “Cocina con causa” y “Viajes de papel” se llevaron, a su vez, premios internacionales.

Es por todo lo anterior que la reciente y abrupta destitución del presidente ejecutivo de IRTP, el periodista Hugo Coya, causó sorpresa y más de una suspicacia alrededor de los motivos de su despido.

La pluralidad política de las personas que expresaron respaldo a Coya luego de anunciarse su separación de IRTP –desde regulares aliados al gobierno hasta tenaces opositores– es elocuente respecto de la objetividad y profesionalismo con que se manejaban los medios a su cargo.

De acuerdo con Francisco , ministro de Cultura, la salida de Coya fue “coordinada” y en “consenso”. IRTP habría necesitado “una brisa de aire fresco”, según Petrozzi. No obstante, la versión de Coya es distinta. Según publicó el periodista en sus redes sociales a poco de conocerse la noticia, su cese fue “intempestivo”. Más aún, este se dio en medio de un viaje oficial que realizaba para firmar convenios a favor de la televisora, lo que pone en duda qué tan coordinada puede haber sido realmente la remoción.

Fuentes de TV Perú indicaron a El Comercio que el pedido de renuncia a Coya llegó el último viernes y que, entonces, el acuerdo fue esperar para hacerla efectiva hasta su retorno a Lima. Pero incluso esta disposición, a todas luces precipitada, fue adelantada una semana.

La explicación parece residir en las declaraciones que dio el señor Coya a “Cuarto poder” ayer por la noche y las circunstancias que revelan son gravísimas. Según dio a conocer en el noticiero, el mismo ministro Petrozzi le había dicho que tenía que renunciar, pues “dos funcionarias habían ‘envenenado’ al presidente”. Según el periodista, además, el titular de la cartera de Cultura añadió que existía “mucho malestar” por las coberturas del canal, específicamente la que se hizo de la reacción de Mark Vito Villanella cuando se supo la decisión del Tribunal Constitucional sobre la liberación de su esposa Keiko Fujimori. A eso se suma una aparente incomodidad por las entrevistas que se le hicieron a algunos miembros de la oposición en el Congreso disuelto.

Además, para echarle sal a la herida, Coya añadió que Petrozzi incluso le había reclamado que se le preste mayor atención en el canal a sus actividades como ministro…

En suma, un problema que tiene más de una arista. En primer lugar, ¿un canal que pertenece a todos los peruanos no debería privilegiar la objetividad por encima de los intereses del Ejecutivo? Luego, ¿quiénes son esas funcionarias que ‘envenenan’ al presidente y por qué tienen la capacidad de remover a profesionales de su puesto? Sin duda resulta sumamente preocupante que los contenidos de un noticiero, especialmente el que aparece en la televisión pública, puedan suscitar un cese que, como este, parece sujetarse en un capricho político.

Así las cosas, parecemos estar frente a un atentado contra la pluralidad de perspectivas que IRTP logró en los últimos años. En un contexto de elecciones parlamentarias en ciernes y sin fiscalización del Congreso posible, las alertas deben sonar aún más altas frente a este tipo de casos y el compromiso del Gobierno para con la información acertada y sin sesgos tiene que ser renovado. Para ello tendrá que hacerse más que emitir comunicados como el que se conoció ayer, donde el Ejecutivo aseguró no intervenir en la línea editorial del medio que nos ocupa.

La renuncia del ministro Petrozzi, en cambio, sería un buen gesto inicial.