Editorial: El modelo y Verónika
Editorial: El modelo y Verónika

Los defensores del Frente Amplio sostienen que calificar de desinformadas las cosas que dice sobre economía supone un acto de soberbia que desconoce las sólidas bases sobre las que sus asesores han armado sus propuestas, además del propio entendimiento personal de la candidata sobre el tema.

Cuando uno contrasta las afirmaciones económicas que hace la señora Mendoza con la realidad, sin embargo, cuesta no suponerla como una persona muy mal enterada.

En el debate del domingo pasado, por ejemplo, Verónika Mendoza afirmó que la Constitución de 1993, que consagró el modelo económico que desde entonces (mal que bien) ha tenido el Perú, nada ha tenido que ver con el impresionante crecimiento económico vivido desde esa fecha. Ese crecimiento –sostuvo– se debía más bien “al trabajo y el sacrificio de los peruanos que dignamente sacan adelante a nuestras familias y a nuestro país”.

¿Cómo evitar  preguntarse si de verdad cree que antes de que se cambiase de modelo económico los peruanos no trabajaban y no se sacrificaban para dignamente sacar adelante a sus familias y el país?

Porque lo que sí es un hecho es que para cuando sucedió ese cambio de modelo el PBI del Perú venía en caída libre  mientras que luego de él se ha multiplicado por más de 3.

También ha dicho en repetidas oportunidades Verónika Mendoza que lo que ella llama caprichosamente “el modelo fujimorista” (a pesar de que Alberto Fujimori no inventó el libre mercado y, de hecho, tampoco creyó en él) no ha traído desarrollo al país y solo ha generado desigualdad.

Acá algunos datos relacionados que vale la pena repetir.

En los últimos 25 años, la tasa de pobreza en el Perú se redujo del 60% que representaba para 1990 al 22,7% de hoy.

El PBI per cápita pasó de US$3.200 en 1992 a casi US$10.500 en el 2015 (la tasa de crecimiento más alta de la región).

En 1992, la mortalidad en niños menores de 5 años era de 71,3 por cada 1.000 nacidos vivos y actualmente es de 16,7.

El porcentaje de la población con al menos una necesidad básica insatisfecha pasó de 42% en el 2001 a 20% en el 2013.

¿De verdad piensa Verónika Mendoza que “el modelo” no ha beneficiado a los peruanos?

Por otra parte, en cuanto a la igualdad: solo en los últimos diez años, el 20% de hogares más pobres del Perú aumentó su gasto real en más del 50%, en tanto que el 20% de hogares más ricos lo hizo en 16%. El índice de Gini, el medidor internacional de desigualdad más importante, refleja esto: desde que existe “el modelo” nuestro coeficiente de desigualdad se ha reducido (a pesar de que antes de este había una igualdad en la pobreza bastante completa para el antes mencionado 60%).

Luego está la minería. La candidata dice que no debemos seguir “exportando piedras” –o al menos no tanto–. ¿Qué reemplazará a los proyectos que ella ya anunció que “no van”, como Conga o Tía María? Cuando se les pregunta por eso, ella y su vicepresidente, Marco Arana, hablan de nuestro potencial agropecuario. Y la pregunta vuelve: “¿Lo dicen en serio?”.

Solo un año de producción de Conga es equivalente a 300 años de producción agropecuaria en los distritos que –según se dijo y nunca se probó– hubieran sido afectados por su puesta en marcha. La cancelación de Tía María, por su parte, equivale a prescindir de todo el cultivo del arroz o de la papa de nuestro territorio.

Para verlo más panorámicamente aun: únicamente durante el 2012, los tributos internos que recaudó la minería sumaron más de 30 veces lo que recaudó toda la actividad agrícola en el país (es más, solo Cajamarca recibió ese año en canon y regalías más de lo que supuso toda la recaudación agrícola a nivel nacional).

Finalmente –y esto solo porque gana el espacio– los representantes del Frente Amplio repiten que el actual modelo económico ha debilitado al Estado. Si es así, la capacidad de acción del Estado debe tener que ver muy poco con los recursos de los que dispone. La ley de presupuesto para el año fiscal 2000 daba al Estado S/34.045’803.045. Su equivalente este año lo dotó de S/138.490’511.244 (más del cuádruple).

Más específicamente, solo en los 10 años que pasaron entre el 2003 y el 2013, el presupuesto del que dispone el Estado para ayudar a quienes tienen menores recursos (el “gasto social” en sentido lato) pasó de S/15.000 millones a S/45.000 millones anuales.

Así las cosas, el desconocimiento o, en el mejor de los casos, las anteojeras ideológicas, se vuelve la explicación más benévola para entender por qué Verónika Mendoza afirma las cosas que afirma cuando habla de economía. Sería muy duro acusarla de decirlas a sabiendas de la realidad.