Editorial: El Niño descuidado
Editorial: El Niño descuidado

El fenómeno de El Niño llegó a nuestro territorio hace 40 mil años. Nuestras civilizaciones más tempranas –desde los moches hasta los nascas– lo enfrentaron hace casi dos mil años. En el siglo XX se registraron 25 episodios en nuestro país y, en los últimos 15 años, hemos presenciado cuatro casos. Así, debiera resultar evidente que este fenómeno es un visitante recurrente, por lo que deberíamos estar preparados para enfrentar las inclemencias a las que nos subyugan sus efectos. 

Hace solo unos días ocurrió un nuevo caso de desborde del río Rímac en la Carretera Central, por un repentino aumento del caudal. La causa de este fue, como siempre, la prolongación de las lluvias. Lo que ocurrió después fue consecuencia de la acción y omisión humana. Un puente peatonal colapsó y actuó como dique, dirigiendo el desborde hacia donde se encontraba un grupo de vehículos pesados. Algunos de los transportistas debieron ser rescatados con grúas.

Casos como este, desafortunadamente, demuestran lo poco preparados que estamos para emergencias relacionadas con fenómenos naturales, especialmente en el contexto de El Niño. Esto es particularmente alarmante si consideramos que contamos, incluso, con un comité dedicado exclusivamente al problema: el Centro de Operaciones de Emergencia del Fenómeno de El Niño.

Son conocidas las zonas de caída de huaicos. Se conoce, también, desde hace mucho tiempo, que el problema es la colmatación de los ríos. Frente a ello, era previsible la necesidad de reforzar ese pequeño puente peatonal que colapsó cerca de la quebrada de Chacahuaro.

El caso del desborde reciente en la Carretera Central, por supuesto, es uno de tantos. La crisis causada por El Niño se presenta en 14 regiones del país. En Apurímac y Cusco, incluso, ha habido muertos debido al evento natural. Solo en la región Puno, han sido afectadas más de 40.000 hectáreas de cultivo de papa.

Las lluvias no han sido torrenciales, pero nos han perjudicado sobremanera. En distinta medida, en la provincia de Lima, esto ocurre todos los años en San Mateo, Chosica y Matucana. La pregunta es: ¿Por qué no hemos aumentado la efectividad en la prevención y atención de emergencias? 

Resulta increíble constatar que hay gobiernos locales y regionales que no ejecutaron el presupuesto asignado para emergencias, prevención, mitigación y preparación frente al fenómeno natural. Los gobiernos locales de la provincia de Lima llegaron solo al 59,4% de ejecución, mientras que en la provincia de San Martín, tantas veces azotada por las lluvias, se ejecutó únicamente el 35%, y en la de Cajamarca apenas el 20,5% del presupuesto asignado. 

En el caso de los gobiernos regionales se ha visto mayor eficacia. No obstante, solo tres regiones –Loreto, Moquegua y Arequipa– ejecutaron el 100% de los recursos canalizados. Lo contrario ocurrió en la región Huánuco que, increíblemente, solo ejecutó el 11,3% de la asignación especial. 

La preparación, por supuesto, no depende solo de la ejecución presupuestal, pero esta es, sin duda, una señal de la atención que se da a la prevención. Corresponde al Gobierno Central, además, otorgar la asistencia técnica necesaria para que esos recursos no reviertan al tesoro y se utilicen en atender a la población frente a las emergencias. 

Pese a todo, el fenómeno de El Niño no ha sido tan fuerte como se anticipaba a mediados del año pasado. Esta situación, sin embargo, debe aprovecharse para establecer planes de acción y coordinaciones entre los sectores gubernamentales y las autoridades locales y regionales. No esperemos un nuevo desastre para hacer algo que realmente marque la diferencia.