Editorial: El pastel de PPK
Editorial: El pastel de PPK

“No puedes conservar tu pastel y a la vez comerlo” sería la traducción de una popular frase anglosajona que hace referencia a la imposibilidad de alcanzar dos resultados beneficiosos pero mutuamente excluyentes. No se puede, por ejemplo, destinar la mayor parte de nuestro salario a costosas vacaciones y al mismo tiempo ahorrar para pagar la cuota inicial de un préstamo hipotecario.

Y lo que es verdad a pequeña escala debe serlo también a gran escala. El balance fiscal del gobierno es un equilibrio entre el dinero recaudado básicamente a través de impuestos y el gasto público. La diferencia se solventa con deuda. 

Es por ello que, a primera vista, el nuevo gobierno de Peruanos por el Kambio (PPK) parece estar ignorando la humilde máxima del pastel. Resulta complejo encontrar un escenario financiero plausible en el que se contraiga el IGV en un sexto de su tasa impositiva, se expanda el gasto público, y a la vez se mantengan niveles adecuados de endeudamiento. Y sin embargo es esto lo que parece proponer la administración entrante y sobre lo que ha alertado ya la agencia calificadora de riesgo Moody’s.

Por supuesto, vale la pena mencionar que reducir la carga tributaria de manera predecible y ordenada trae beneficios apreciables, siendo el más importante de ellos que las familias obtienen un mayor ingreso disponible para consumir lo que prefieran. Es contrario, entonces, a lo que algunos opositores a la reducción del IGV y partidarios de un Estado más grande claman. No se trata de “dinero perdido” de las arcas públicas; se trata de dinero que permanece en poder de aquellos que generaron la riqueza para obtenerlo, sea con su inversión o con su trabajo.

El señor Kuczynski y su equipo técnico confían en que la reducción del IGV atraerá a más personas hacia la formalidad y con ello se compensaría el efecto de la menor tasa impositiva. En la medida en que esta predicción es incierta, no está de más tratar de encontrar espacios donde se pueda reducir el gasto público ineficiente y así mantener las cuentas equilibradas. Con menores ingresos, cortar grasa estatal se vuelve una tarea elemental, sobre todo si se toman en cuenta los numerosos anuncios de incrementos salariales a empleados públicos que hizo PPK en campaña y su promesa, incluida en el plan de gobierno, de mantener el incremento del gasto corriente en no más de 4,4% al año.

Una primera fuente de gasto que debe replantearse son las transferencias del Tesoro Público a la ONP, que entre el 2011 y el 2014 sumaron más de S/6.000 millones, monto suficiente para construir más de 20 hospitales en todo el país. Asimismo, la posibilidad de fusionar ministerios debe ser explorada. La sistematización y estandarización del sistema de compras públicas a través de sectores, además, puede garantizar procesos más transparentes y menos costosos para el Estado. Finalmente, sistemas de concesión privada con contratos adecuadamente elaborados pueden ahorrar costos en la gestión de hospitales, cárceles, colegios, etc.

Pese a todas sus promesas de mayor gasto, el plan de gobierno de PPK no contemplaba en sus casi 300 páginas la expresión “ahorro fiscal”, ni hace mayor referencia a ese concepto. Es difícil, qué duda cabe, ganar una elección prometiendo cortar presupuestos, pero una vez en el gobierno el señor Kuczynski deberá asumir necesariamente los costos tanto financieros como políticos de sus promesas.